sábado, 24 de marzo de 2007

Las Políticas Públicas Nacionales y Subnacionales o Provinciales a favor de los Biocombustibles agravan la situación de los ecosistemas en la Argentin

María del Carmen Sabao - Miembro del Observatorio Ambiental Rosario-
Las Políticas Públicas Nacionales y Subnacionales son impuestas por los países industrializados del Norte (Estados Unidos, Unión Europea y Japón) y por las grandes economías del mundo como China e India. Hace unos días en un medio gráfico provincial el Gobernador Obeid expresaba: “Hemos procurado desde el gobierno provincial llevar adelante políticas de Estado que contribuyen y contribuirán en el futuro al bienestar de la gente. Es mi deseo, como gobernador de la provincia, hablar hoy de un tema que en el mundo suena con fuerza y de la que la provincia de Santa Fe es pionera en la República Argentina: La elaboración de combustibles vegetales.” Y continúa: “(…) En los últimos tiempos se viene discutiendo, como si se tratara de una contradicción, entre producir alimentos y producir combustibles. De ningún modo una cosa se contrapone a la otra. Santa Fe es una provincia esencialmente productora de alimentos y estos alimentos no sólo deben ser consumidos por los santafesinos, sino que también deben ser exportados como una forma de generar divisas para la provincia y el país; pero producir alimentos a partir de los vegetales no está reñido con la posibilidad de producir combustibles. ¿Por qué? En primer lugar y para el caso concreto de la soja, el producto principal, que es la harina de soja o proteica, se va a seguir produciendo. Y es más, si se estimula la producción de aceite se va a producir más harina de soja y se estará produciendo más alimento. Con el aceite, que es un subproducto, se podrá obtener el biodiesel [1]”.
[1] Diario La Capital de Rosario, Jorge Obeid / gobernador de Santa Fe, Biodiesel y políticas de Estado para una mejor calidad de vida, Santa Fe es pionera en la elaboración de los combustibles de origen vegetal, 11 de marzo de 2007. Veamos el argumento y fundamentalmente todo lo que no dice: 1. Todo el alimento que se produce en esa gran cantidad de superficie se exporta, tanto el poroto, como la harina y el aceite, aunque con diferentes destinos. China compra fundamentalmente poroto para luego en su país transformarlo en harina y en aceite, Europa compra harina para alimentar a sus animales (pollos, cerdos, vacunos) e India y China compran aceite para consumo humano. Argentina exporta poca carne, o sea, no transforma la soja en proteína animal y no agrega valor (diferencia con los modelos sojeros brasilero y norteamericano que sí la transforman en carne para exportar y para el mercado interno), por lo tanto, es el modelo sojero más primarizado y de menor valor agregado, favorece a unos pocos (transnacionales exportadoras y productores) y no derrama sus “beneficios” en las grandes ciudades. 2. Ese modelo sojero-agrocombustible subsidiado por la provincia generará mayores ganancias para las aceiteras, en su mayoría grandes transnacionales extranjeras y grandes empresas nacionales; 3. Sustituirá por mejores precios y ganancias el mercado aceitero de alimentos para pobres de India y de China por el mercado de sectores medios y altos del biodiesel de Europa. 4. Esta nueva vuelta de tuerca implica una ampliación del modelo sobre lo poco que queda de frontera agrícola en el ecosistema de pastizales (Pampa Húmeda) y por una mayor presión extendiendo la frontera agrícola en los ecosistemas más frágiles del NOA y el NEA. 4. Estas políticas públicas subnacionales en tanto “políticas de estado” provocan más desmonte y deforestación en esas otras provincias hermanas y en sus ecosistemas. Estas políticas nacionales y subnacionales de apoyo a los agrocombustibles en realidad son una subordinación a las políticas de estado del Norte (Estados Unidos, Europa y Japón) y al modelo de ciudadanos-automovilistas individuales, ultraconsumista de energía fósil. El planteo es muy sencillo, ellos no tienen tierras y las tierras disponibles están en Brasil, Argentina, Malasia, Indonesia y otros países pobres del Sur. Y dado que los consumidores del Norte no se plantean seriamente reducir su consumo desmedido de combustibles, sus gobiernos y empresas transnacionales promueven la inversión, la producción y el control de los mercados del biodiesel y el etanol en los países del Sur.
La expansión de la frontera agrícola tiene límites que están impuestos por el mismo ecosistema. Si continua esa expansión la capacidad de carga del ecosistema (montes, pastizales, bosques, selvas, agua, suelo, nutrientes, clima) se romperá con la consiguiente degradación del ecosistema y la pérdida de sustentabilidad.

La Argentina, al establecer el marco legal y dar seguridad jurídica al nuevo negocio de los agrocombustibles con incentivos y promoción de inversiones, principalmente para el capital extranjero, agrava el problema del suelo, de los acuíferos, del desmonte, de la biodiversidad y de una agricultura sin campesinos y consolida el modelo del monocultivo de la soja transgénica . Es urgente el cambio de modelo de producción y consumo capitalista tanto en el Norte como en el Sur antes que sea tarde para la humanidad El uso de los agrocombustibles no sólo no soluciona el problema del cambio climático, sino que a la vez agravará otros igualmente serios. Centenas de millones de hectáreas de tierras fértiles se concentrarán bajo el poder de grandes transnacionales y pasarán, de producir alimentos, a producir combustibles -en un mundo donde el hambre y la desnutrición son ya problemas gravísimos-.
La mayor responsabilidad por el calentamiento global la tienen justamente las grandes empresas que destruyen los bosques y contaminan el ambiente, las mismas petroleras, automotrices, transnacionales de agronegocios, entre otras, que pretenden lucrar con los agrocombustibles.

Pero el calentamiento global vino para quedarse y según los científicos el piso actual ya no bajará y sólo podemos mantener ese piso en una transición seria de reducción de gases de efecto invernadero En ese sentido Vicente R Barros, expresa: “Las emisiones de los GEI (Gases Efecto Invernadero) poseen un tiempo de vida en la atmósfera que se extiende entre los 15 años (en el caso del metano) y los 120 (en el del óxido nitroso). El tiempo de vida del dióxido de carbono se estima entre 100 y 150 años. Hay otros GEI artificiales (esto es, creados por el Hombre), de afortunadamente muy baja emisión, que tienen tiempos de vida estimados entre 40 años y varios milenios según la especie química de que se trate. El hecho de que el tiempo de vida de dos de los más importantes GEI sea superior a los 100 años implicaque en el caso hipotético de que las emisiones antrópicas se redujeran a cero, la atmósfera continuaría con concentraciones superiores a las del período preindustrial por largo tiempo, que disminuirían sólo en uno o dos siglos a sus valores iniciales. A ello se debe agregar que la capacidad calorífica del sistema climático es enorme, particularmente en los océanos, por lo que el equilibrio térmico del sistema climático con las nuevas concentraciones de GEI sería alcanzado sólo unos 50 añosdespués de que éstas se estabilicen. La prolongada permanencia de los GEI en la atmósfera hace que las emisiones tengan un efecto acumulativo. Esto, combinado con el retardo con que las temperaturas del sistema climático se acomodan a las nuevas concentraciones de los GEI, hace que los mayores efectos de las emisiones de GEI se sientan después de varias décadas. En cierta forma, la manifestación de este proceso se parece a la de las enfermedades de desarrollo lento y solapado, que cuando se hacen notorias resultan difíciles de controlar. Esto explica, en parte, por qué no hay consenso para asumir los costos de reducción de las emisiones, en beneficio de las futuras generaciones y de la conservación de las otras especies vivas. A esta problemática se le ha dado en llamar impropiamente “Cambio Climático”. Cambios climáticos han ocurrido en el pasado y seguramente ocurrirán en el futuro, por diversas causas y no sólo por cambios en la concentración de los GEI. En rigor, se trata de un Calentamiento Global que ciertamente entraña un importante cambio climático, no sólo en la temperatura sino también en otras variables climáticas importantes para la vida y las actividades productivas como la precipitación,los vientos y la humedad [1]”.
Para 2030, 1.200 millones de personas -15% de la población mundial- pertenecerán a la "clase media mundial", frente a los 400 millones en la actualidad. Este grupo tendrá un poder adquisitivo de entre US$ 4.000 y US$ 17.000 per cápita y podrá disfrutar de viajes internacionales, comprar automóviles y otros modernos bienes de consumo duraderos, acceder a niveles internacionales de educación y desempeñar un papel central en el desarrollo normativo e institucional en sus propios países y en la economía mundial[2]. El nuevo consumo de la clase media mundial ejercerá una presión insoportable sobre los ecosistemas. Un planeta conducido por pocos poderosos y con un manejo irracional de los bienes de la naturaleza, puede llevar a que esos bienes (suelo, agua, etc) renovables puedan contaminarse y extinguirse. Resulta evidente que ésta no es una buena salida ni para los pueblos ni para los ecosistemas. Sin embargo, es una buena oportunidad de negocios para grandes empresas y en particular para las grandes transnacionales. Entre ellas se cuentan las aceiteras vinculadas a la producción y comercialización de subproductos de la soja transgénica de exportación, las industrias de biotecnología y las químicas, la industria automotríz y las propias empresas petroleras que participan de este nuevo negocio mundial. El cambio de modelo implica modificar la matriz de transporte basada en el automóvil individual, modificar la matriz industrial basada en nuevas necesidades de “bienes felices” y en altos niveles de desechos y contaminación. Es urgente: 1. una producción limpia basada en necesidades fundamentales, decididas por los pueblos y no por la oferta de la elite de las transnacionales; 2. modificar la matriz energética basada en fósiles y agrocombustibles por energías renovables y sustentables; 3. modificar la matriz agropecuaria basada en políticas de monocultivo, empresas transnacionales de agronegocios y destrucción de los ecosistemas por políticas de reforma agraria y soberanía alimentaria. Una transición hacia ese modelo podría tolerar la fabricación de agrocombustibles para autoconsumo y/o para el mercado interno pero jamás para la exportación.
También tomemos como base para nuestro análisis dos documentos elaborados por Institutos todavía respetados y con una base cierta de credibilidad como el INTI y el INTA –Pergamino.
En el documento del Ingeniero Enrique M Martínez (Pte. del INTI) además de adentrarse en la problemática biocombustibles – alimentos, analiza dos aspectos esenciales: cantidad y calidad de la energía producto de los biocombustibles
- Cantidad: al buscar sustitutos a la actual base de la oferta energética, petróleo y gas (recursos no renovables), se orienta la mira hacia los biocombustibles, sin considerar que sólo una parte de la enrgía generada por estos surge de fuentes renovables. “Se necesita energía adicional para sembrar, producir fertilizantes o pesticidas, cosechar y procesar los granos o plantas hasta su forma final combustible . La soja, por caso, produce 3 veces la energía –en forma de biodiesel- que se consume desde la siembra hasta el producto final. El maíz, en cambio, produce una energía neta que está en serio debate. Según los autores, genera un 100% o un 40% más –como etanol- de lo necesario para su implantación. Pero hay quienes –como un muy serio grupo de la Universidad de Cornell– sostienen que el balance de energía global es negativo en este caso. Esto es: el alcohol anhidro final podría entregar una energía total menor que la energía necesaria para producir el maíz, extraerle el alcohol y purificarlo.”


- Calidad: sabemos que quemar petróleo o gas producen los gases responsables del calentamiento global, esto generó en la comunidad internacional la firma de convenios que obligan a las naciones a reducir sus niveles de emisión- con grados de compromiso muy diferentes, quienes más contaminan, menos se comprometen-, esto lleva a buscar las llamadas fuentes de energía limpia, solar, eólica y en menor grado hidroeléctrica. Los biocombustibles tienen una relación diferente con el medio ambiente según de cual hablemos. “. El biodiesel, -obtenido a partir de aceites vegetales, sea de soja, colza u otros– tanto cuando es usado al 100% o en cortes con diesel de petróleo, no reduce de manera relevante el efecto invernadero. Su vinculación con el medio ambiente es en realidad indirecta. La legislación europea ha llevado los límites de contenido de azufre en los combustibles a límites muy pequeños, menos de 50 ppm. Eso ha provocado que los combustibles minerales de tan bajo tenor de azufre –y sus productos de combustión- pierdan capacidad lubricante al interior de los cilindros de un motor. Por ello, se incorpora 5% de biodiesel a la mezcla carburante, para recuperar esa capacidad perdida. O sea: esta demanda no tiene que ver con el beneficio del biodiesel para el medio ambiente, sino con su capacidad de permitir un correcto funcionamiento de motores diesel, a pesar de casi eliminarse el azufre del combustible mineral. Con el etanol a partir de materias vegetales –el llamado bioetanol– el enfoque es distinto. Los europeos lo demandan para cortar con las naftas y su efecto allí sí es reductor de la contaminación, especialmente por gases distintos del anhídrido carbónico, de los que se reduce sustancialmente la emisión.4

El Jefe Estudios Económicos INTA Pergamino Dr. Reinaldo Muñoz , plantea sintéticamente: ¿está en condiciones la agricultura mundial de abastecer la creciente demanda de alimentos y de biocombustibles?
De no ser así no nos enfrentamos a un dilema mucho más trascendente aún para la humanidad agricultura para alimentos o para energía?5

Y se pueden citar más estudios de Universidades, centros de tecnología y especialistas en el tema que coinciden en que la producción de biocombustibles, más allá del proyecto de Biofaa, para autoconsumo y con el cual acordamos, lejos de ser la panacea tan promocionada por el actual gobierno provincial, puede llevarnos a profundizar el modelo de inequidad actual, sin casi ninguno de los beneficios medioambientales que promete.




[1] Ver Vicente R Barros, El Cambio Climático Global, Editorial El Zorzal, 2006, p. 13 y 14.
[2] Ver Informe Banco Mundial, Perspectivas económicas mundiales 2007: Afrontar la nueva etapa de la globalización”, organizado en torno a una serie de hipótesis de crecimiento que abarcan del año 2006 al 2030.
4 Ver ENERGÍA + MEDIO AMBIENTE + ALIMENTOS Un humilde llamado de atención
Ing. Enrique Mario Martínez
Presidente del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial)
Buenos Aires, 17 de enero de 2007

5 Ver El nuevo debate: agricultura para energía o alimentos . Autor Dr. Reinaldo Muñoz Jefe Estudios Económicos INTA Pergamino. Marzo de 2007

Autor: María del Carmen Sabao - Miembro del Observatorio Ambiental Rosario-



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