viernes, 2 de febrero de 2007

LA INTENSIFICACIÓN AGROPECUARIA

EL BOOM SOJERO, EL MOVIMIENTO CAMPESINO DE LIBERACIÓN Y NUESTROS
CUADERNOS

El boom sojero y sus consecuencias productivas, ambientales y humanas son analizados con
brillante calidad en LA INTENSIFICACIÓN AGROPECUARIA EN ARGENTINA: CRONICA DE
UN DESASTRE AMBIENTAL ANUNCIADO trabajo de investigación que publicamos en este
primer número de CUADERNOS DEL MCL.
Agradecemos a los compañeros Claudia Nigro y Juan José Noste por su esfuerzo científico y
en especial por su calidad humana demostrada en la paciente espera para que su trabajo llegara a
esta instancia de publicación y en el profundo respeto y amor militante que compartimos hacia el
primer autor del material, el Negro Amestoy, quien antes de su partida definitiva nos dejó en el
texto que ahora presentamos valiosas reflexiones orientadoras en todo nuestro accionar político
gremial.

CLAUDIA NIGRO
LA INTENSIFICACIÓN AGROPECUARIA
EN ARGENTINA:
“CRÓNICA DE UN DESASTRE
AMBIENTALANUNCIADO”
Colección dirigida por Miguel Catalá
Nº.1
Septiembre/06
PRESENTACIÓN:
EL BOOM SOJERO, EL MOVIMIENTO CAMPESINO DE LIBERACIÓN Y NUESTROS
CUADERNOS
“Las potencias dominantes proclaman el libre comercio, pero consideran imprescindible gastar
casi mil millones de dólares diarios en subsidios agrícolas, 3 veces lo que destinan como ayuda
al desarrollo. No es hacia nuestros bancos hacia donde fluyen las reservas del mundo, pero
recibimos órdenes que son un pecado violar: no se deben poner barreras al flujo de capitales y
nuestro dinero debe ir a financiar el déficit de la economía de los Estado Unidos”
Carlos Lage
Vicepresidente del Consejo de Estado de la República de Cuba
El boom sojero y sus consecuencias productivas, ambientales y humanas son analizados con
brillante calidad en LA INTENSIFICACIÓN AGROPECUARIA EN ARGENTINA: CRONICA DE
UN DESASTRE AMBIENTAL ANUNCIADO trabajo de investigación que publicamos en este
primer número de CUADERNOS DEL MCL.
Agradecemos a los compañeros Claudia Nigro y Juan José Noste por su esfuerzo científico y
en especial por su calidad humana demostrada en la paciente espera para que su trabajo llegara a
esta instancia de publicación y en el profundo respeto y amor militante que compartimos hacia el
primer autor del material, el Negro Amestoy, quien antes de su partida definitiva nos dejó en el
texto que ahora presentamos valiosas reflexiones orientadoras en todo nuestro accionar político
gremial.
EL BOOM SOJERO
El boom sojero se constata en los campos de la pampa húmeda donde los grandes empresarios
titulares o testaferros de los pooles de siembra desplazan a los productores tradicionales pagando
arrendamientos exagerados para de ese modo acaparar la tierra y mejorar sus ganancias en la cantidad
de hectáreas sembradas. Y donde la siembra directa trajo como efecto “no previsto” un alto
nivel de exposición del suelo a la erosión hídrica y eólica. Amestoy, Nigro, Noste y colaboradores,
afirman: “Diez años después y quizás por vicios que la técnica no contemplaba, los resultados del
proceso de agriculturización parecen estar a la vista, devastación, erosión y desertificación estructural
de los suelos”.
El boom sojero se constata en los montes de Santiago del Estero y de Salta, donde destruye
árboles centenarios, pájaros, mamíferos silvestres (recurso alimentario de los Wichi), insectos, flores,
pueblos originarios y campesinos criollos. Se constata en los campos del Chaco donde desplazó
al algodón y a las gentes del algodón, cuyos hijos vemos en los semáforos de Rosario pronunciando
en una letanía dolorosa y paradójica: “Me da algo Don”. Con rigor científico los autores de “
CRONICA DE UN DESASTRE AMBIENTAL ANUNCIADO” le ponen números a esta realidad:
“Coligado con el incremento de la producción agrícola, la deforestación, en términos de tala permanente
de tierras boscosas con el objeto de explotarlas para cultivos (…) registró entre los años
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erales y en ese sentido nos remite a los típicos ciclos de economía extractiva de América Latina en
general y de Argentina en particular.
Nos recuerda al ciclo del guano en el Perú que transitaba hacia la estructuración de un capitalismo
dependiente en 1840. “Para un país identificado en el universo entero con el oro y con la
plata, era una suprema ironía empezar a fundar su prosperidad en torno a la exportación del maloliente
guano de las islas del litoral, el excremento secularmente depositado por las aves y cuyas
propiedades químicas habían sido conservadas por las peculiares condiciones climáticas de la
costa del pacífico. Pero de la misma manera como la Europa del Renacimiento requirió oro y plata
para empezar y consolidar su proceso de =acumulación primitiva =, ahora, a mediados del siglo
XIX, la Inglaterra victoriana requería de los abonos para elevar la productividad de su agricultura
en respuesta a las mutaciones generadas por la revolución industrial. Aves y guano, de un
lado; agricultores y comerciantes, de otro, configuraron así los dos extremos de una trama que se
extiende desde 1840 hasta 1879, al interior de la cual se desarrolló lo esencial del proceso
económico y político del Perú.”( Heraclio Bonilla. Guano y crisis en el Perú del XIX)
Valga el ejemplo para apreciar el lugar que nos toca en la División internacional del Trabajo
El actual ciclo de la soja en la Argentina con sus campos convertidos en un mar verde y ocre
(según el momento de la planta), sus carreteras repletas de camiones, su ausencia de seguridad
social, sus inmensos puertos factoría donde por un caño entra el grano y por otros dos caños sale
un porcentaje del mismo convertido en aceite y harina, trabajo que efectúan con pericia extrema y
a destajo una decena de operarios, nos retrotrae a su vez a “La Forestal” que luego de perpetrar el
exterminio de los quebrachos, simplemente cerró las puertas dejando su “mundo” a la deriva con
edificios que hoy emergen como fantasmas entre la nueva selva o los campos ahora sojeros y con
familias de obreros arrojadas a los suburbios de las ciudades como Rosario y Buenos Aires.
Pero más típicamente por su grado de avasallamiento sobre los cultivos agroalimentarios, es
decir los que tradicionalmente se cultivaban en la Argentina para que, en primer lugar, comieran los
argentinos, nos remite a la Argelia colonial.
“Entre 1927 y 1932, la viticultura ha ganado 173000 hectáreas, de las cuales
más de la mitad ha sido arrancada a los musulmanes. Ahora bien, los musulmanes
no beben vino. En las tierras que les han robado cultivaban cereales para el mercado
argelino. Esta vez, no sólo se les quita la tierra; se plantan en ella viñas, se
priva a la población argelina de su alimento principal. Medio millón de hectáreas
tomadas de las mejores tierras y consagradas enteramente a la viticultura, están
reducidas a la improductividad y como anuladas para las masas musulmanas” (Jean
Paul Sartre. Colonialismo y Neocolonialismo)
Economía extractiva, mundo colonial, albores del capitalismo, depredación de la naturaleza,
expoliación de un pueblo por el hecho de poseer alguna riqueza vendible en el mercado internacional.
Frases, palabras, ideas y experiencias concretas que tienen un solo orígen: el Capitalismo.
En un libro de reciente aparición en la Argentina, llamado “El enemigo de la naturaleza” Joel
Kovel (partido verde de los EE UU) reflexiona: “¿Cuál es la raíz de la perversa destructividad del
capital? Una forma de ver esto es en los términos de una economía preparada para desenvolverse
sobre la base de una acumulación incesante. De este modo cada unidad de capital, como dice el
respectivo refrán, debe =crecer o morir= . Y cada capitalista debe buscar constantemente la expansión
de sus mercados y sus ganancias, o perder su posición en la jerarquía. Bajo tal régimen, la
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1990 y 1996 una tasa promedio de 0.85% .Esto significa una pérdida anual de bosques equivalente
a la superficie de Irlanda. Desde 1998 hasta 2002, en sólo 4 años, se deforestaron 117.974 has del
Chaco, cerca de 220 000 has en Santiago del Estero y más de 170.000 has en salta”
El boom sojero y su avanzada en la ocupación del espacio se constatan en la ciudad de Rosario
donde el precio de las casas habitación se multiplicó en tres veces y media entre el fin de la convertibilidad
y el año 2006. El área céntrica de la ciudad se ve repleta de edificios nuevos. El sector
de la costanera, donde se ubicaba el viejo complejo ferroportuario, (el de la Chicago argentina) fue
adaptado para el esparcimiento. Grupos de teatro independiente ven coartadas las posibilidades de
seguir desarrollándose porque la fiebre edilicia amenaza con demoler sus locales para construir
edificios. La población marginal crece día a día en tanto Rosario es una ciudad receptora de los
desplazados del campo.
Pero el origen de todos los problemas ambientales y sociales que es decir humanos que acarrea
el boom sojero, no es por causa de la verde plántula modificada genéticamente y convertida en
monstruo depredador por obra de Monsanto sus emuladores internacionales y nacionales y sus
secuaces (entre los que se cuentan “empujados por las circunstancias” muchos productores descendientes
de chacareros genuinos).
El orígen de los problemas que nos acarrea la presencia de la oleaginosa estrella es la actual
forma de obtención y distribución de la renta agraria en la Argentina.
La renta de la tierra puede ser absoluta o diferencial. Pucciarelli (1986) explica: “La renta absoluta
se genera porque los terratenientes pueden transformar sus derechos jurídicos en un monopolio
económico, o sea que existe porque existe la propiedad privada de la tierra. La renta diferencial,
en cambio, en la medida en que retribuye mayores niveles de productividad, es producto de la
competencia en un mismo mercado de unidades heterogéneas, surge de la naturaleza misma del
régimen capitalista y existe mientras exista la propiedad privada de los medios de producción y la
producción de mercancías. En definitiva, puede agregarse, cuando corresponde, a la renta absoluta,
pero no puede ser eliminada con ésta liquidando la propiedad privada de la tierra, sino
aboliendo las leyes del sistema capitalista en su conjunto”.
Así mismo el principal agente de penetración y de modificación estructural del comportamiento
del capital en el agro es el arrendatario. Pucciarelli (1986) afirma: “(…)el arrendatario capitalista,
agente principal del proceso de penetración del capital en el ámbito agrario(…)Se relaciona
con los antiguos propietarios terratenientes pagando un canon que no afecta su cuota de ganancia,
y ésta se obtiene con nuevas estrategias de producción donde nuevos criterios de uso del suelo,
nuevas tecnologías y nuevas formas de organización del trabajo son debidamente articuladas con
el empleo de mano de obra asalariada, reclutada de un nuevo mercado formado especialmente por
los campesinos despojados del usufructo de sus parcelas”.
En la expansión sojera se constata una vez mas la eficacia del contratista que en la década del
90, y en la actualidad, opera además como testaferro del capital financiero en tanto mascaron de
proa miembro de, o contratado por, los pooles de siembra.
La soja además y según las explicaciones de Amestoy, Nigro y Noste por el grado de extracción
de nutrientes del suelo que provoca su cultivo y por la forma industrial de su explotación al
estilo de las bananas de Ecuador, al estilo del modelo forestocelulósico del Uruguay o al estilo del
más argentino complejo aceitunero de los llanos riojanos, caracterizados todos por una escasa ocupación
de mano de obra en el campo y el alto nivel de mecanización y automatización del proceso
productivo, se parece a la forma de extracción de los productos del tipo frutos de la tierra o min-
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la base de la diversificación productiva y la mayor elaboración de nuestra producción
primaria.
En junio de 2004 participamos en el CONGRESO NACIONAL Y LATINOAMERICANO
SOBRE USO Y TENENCIA DE LA TIERRA organizado en la Ciudad de Buenos Aires por la
FEDERACIÓN AGRARIA ARGENTINA (FAA), y allí sostuvimos:
“las luchas por la tierra y la reforma agraria no pueden ser aisladas ni separadas
de un proyecto de país, tampoco pueden serlo de un solo sector o solamente
por la distribución de la tierra.Ttienen que estar en manos de todos los sectores populares
vinculados a la lucha por mayores ingresos de los trabajadores, ampliación
del mercado interno, recuperación del petróleo, los ferrocarriles, el control estatal
del comercio exterior y por una banca nacional al servicio de los sectores populares.
Cambios en el sistema productivo que hagan pagar a quienes mas tienen y que
reduzcan los impuestos al consumo. Todo acompañado por fuertes inversiones en
energía, rutas y puertos.
Hoy una Reforma agraria implica legislaciones claras en defensa de los pueblos
originarios, pequeños productores y productores familiares, la entrega de tierras
especialmente a la juventud, la instalación de agroindustrias cooperativas, defensa
de la soberanía alimentaria de nuestro pueblo y el derecho a producir con nuestras
propias semillas. También desarrollar nuevas técnicas agrícolas adecuadas a la
economía campesina y al sostenimiento del equilibrio del medio ambiente. Y hacer
lo propio con nuevas formas sociales de producción y comercialización en la agricultura
con democratización de la educación, reforma hídrica y regulaciones.
Todo esto plantea claramente que el problema no es solo sectorial, ni se puede
resolver bajo el modelo neoliberal. Se trata de un problema de país y por eso la
necesidad de dejar atrás partidos políticos y organizaciones comprometidas con el
neoliberalismo y la entrega al imperio que han sido superados, y marchar a construir
un nuevo movimiento histórico que permita dar vida a otro proyecto de país
que rompa con el modelo de las Empresas Transnacionales (ETN), las imposiciones
imperiales y el capital financiero.”
Ese Congreso organizado por la FAA en el que participaron alrededor de 2000 campesinos representantes
de más de trescientas organizaciones de productores y pueblos originarios de todo el
país y que contó con la presencia de valiosas delegaciones de países de Latinoamérica, marcó un
antes y un después para las acciones políticogremiales de la FAA y para nosotros que como MCL
empezábamos a participar en las reuniones de la Azul y Blanca (agrupación que conduce la FAA).
Por ello pocos días después del mencionado Congreso y en una reunión de balance de nuestro
accionar concluimos:
“Hacía mas de cuarenta años que no se ponía en el centro de las discusiones del campesinado
argentino la necesidad de una reforma agraria integral en la Argentina. Cuestión esta que estuvo
presente en todos los talleres de discusión del Congreso sobre Uso y Tenencia de la tierra que organizó
la FAA el 30 de junio y 1 de Julio en Parque Norte (BA).
En cuanto al carácter de la reforma agraria se concluyó que debería contemplar los intereses
del campesinado empobrecido y excluido del campo argentino y desarrollar su rol integrador con
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dimensión económica consume todas las cosas, la naturaleza es devaluada continuamente en busca
del provecho, junto con la expansión de la frontera. Y sigue inevitablemente la crisis ecológica.”
Como afirman los autores de “UN DESASTRE AMBIENTAL ANUNCIADO” “del acrecimiento
tan importante de la producción agropecuaria devienen tanto el deterioro ambiental creciente,
como una fuerte concentración económica” y la soja avasalla el campo argentino dejándolo sin
gente que es decir sin historia.
EL MOVIMIENTO CAMPESINO LIBERACIÓN
Es en función de haber caracterizado el desarrollo histórico del capitalismo en el agro argentino
y efectuado un análisis del boom sojero con aportes significativos como el que nos brindan
Amestoy, Nigro, Noste y colaboradores que un grupo de compañeros vinculados desde distintos
lugares y funciones a la producción agropecuaria y convencidos de la necesidad de constituir una
herramienta política capaz de intervenir en el debate y de aportar a la construcción de alternativa
en el agro, decidimos constituir el Movimiento Campesino de Liberación (MCL).
Desde ese lugar los integrantes del Movimiento Campesino de Liberación hemos trabajado y
trabajamos en el sentido de develar las trampas del sistema que, tras mejoras momentáneas en la
economía de unos pocos -seleccionados en la dinámica de un darwinismo social inherente al sistema
mismo- compromete al conjunto de los productores y el pueblo en un camino que conduce a
la destrucción.
Así en los primeros momentos de nuestro movimiento, en el documento fundacional dijimos:
“En función de aportar a la construcción de la alternativa política liberadora,
nos constituimos en MCL. Para impulsar las luchas y movilizaciones en el campo y
las zonas rurales y avanzar en la necesaria e imprescindible coordinación y articulación
entre las organizaciones agrarias y populares de las zonas rurales y de éstas
con las organizaciones de los trabajadores, piqueteros, pymes, organizaciones estudiantiles,
etcétera de las ciudades. Y para llevar a la política el reclamo social e
impugnar el sistema capitalista, derrotarlo y construir una sociedad que haga realidad
los sueños de nuestros próceres y de los miles de luchadores que dejaron su vida
por la definitiva independencia de nuestra patria y la patria grande latinoamericana
de San Martín, Bolivar, Martí y otros. La lucha se libra en cada lugar, país o región,
pero la verdadera solución es latinoamericana. Por ello nos agrupamos desde el
enfoque político en el MCL para actuar en los distintos movimientos y organizaciones
agrarias. Concientes de que no hay soluciones reales y duraderas para los
sectores populares del agro, al margen de un proyecto alternativo de liberación
encabezado por los trabajadores. Ni proyecto de liberación posible sin lucha por la
tierra, por la reforma agraria integral y profunda que coloque la propiedad de la
tierra en función social. Entendiendo a la Reforma Agraria, entonces, no como un
simple reparto de tierras para resolver un problema sectorial sino como la solución
a un problema de carácter nacional que convierta al agro en uno de los puntales
de la Argentina Liberada. Una agricultura de agricultores libres, hermanados en la
cooperación y el esfuerzo con los demás trabajadores. Un agro sustentable vinculado
al mejoramiento de la calidad y nivel de vida del pueblo, basado en la seguridad
y soberanía alimentaria de nuestros pueblos y la protección del medio ambiente
y el crecimiento del mercado interno, la defensa de las economías regionales sobre
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LOS CUADERNOS DEL MCL EN LA BATALLA DE LAS IDEAS
Como MCL, al interior de la Azul y Blanca y de la FAA estamos trabajando en la constitución
de un espacio capaz de coordinar y articular los aportes de todos los profesionales, investigadores
y técnicos vinculados a la agrupación Azul y Blanca a los efectos de mejorar, en el intercambio de
experiencias y en la transmisión de conocimientos, la calidad de nuestras investigaciones.
Cuando el emblemático Negro Amestoy nos presentó a la compañera Claudia Nigro y al compañero
Juan José Noste, primero a través de su trabajo y enseguida de modo personal, incorporamos
sus reflexiones a nuestra batería de conocimientos y, sumándolos a aportes de otros compañeros,
mejoramos sustancialmente nuestro nivel de debate y nuestra capacidad en la imprescindible
batalla de las ideas.
Después el Luis (Negro) Amestoy partió. Un caballito criollo se quedó sin jinete. Muchos estudiantes
se quedaron sin un profesor entero. Los compañeros de militancia llevamos su nombre y
sus enseñanzas cargadas en nuestras mochilas y los desplegamos en cada reunión, en cada asamblea.
De ese modo recordamos que el esfuerzo del conjunto es la garantía del éxito y la honra de
los compañeros caídos que dejaron su aporte militante es también la solidaridad puesta en práctica.
Y es, entonces, otra batalla ganada al egoísmo, principal aliado de nuestro enemigo el capitalismo.
Los CUADERNOS DEL MCL que con este número inauguramos serán un vehículo para la
divulgación de los trabajos que de ahora en más realicemos.
Desde el MCL y desde la Azul y Blanca (conducción de la FAA) valoramos profundamente los
trabajos como el de Amestoy, Nigro, Noste y colaboradores y agradecemos, una vez más, a los
autores puesto que el fruto de sus esfuerzos y desvelos constituye un aporte científico y político
necesario para esclarecer la verdadera dimensión del fenómeno conocido como boom sojero, sus
alcances, sus consecuencias y sus límites.
Miguel Catalá.
Director de los Cuadernos del MCL.
Rosario. Setiembre de 2006.
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el resto de la sociedad que lucha por su liberación, para poner así la tierra al servicio del hombre
y cuidarla como bien no renovable.”
En línea con ese pensamiento desarrollamos acciones que al cabo de dos años de arduo trabajo
nos llevaron a la posibilidad de concretar en Rosario, el 19 de Agosto de 2006, un encuentro regional
del MCL como espacio donde debatir con un centenar de compañeros las experiencias de lucha
y diseñar estrategias para seguir avanzando en nuestro movimiento. En el tríptico de convocatoria
al mencionado encuentro consignamos:
“Todo agricultor que se autoestima como tal es genuinamente respetuoso de la naturaleza. En
ese sentido su proyecto laboral y vital será siempre acorde a las posibilidades ecológicas reales de
la tierra en la que le toque llevar adelante su producción familiar.
Es desde esas premisas que el MCL propone el desarrollo de la Agricultura familiar como
sostén de la necesaria recuperación de los vínculos sociales y políticos en la sociedad argentina;
en el sentido de la construcción de un orden de vida menos individualista y por ende mas socialista
que conlleve la preservación del medio ambiente como salvaguarda del futuro de la
humanidad.
En ese mismo encuentro reafirmamos nuestro compromiso fundacional y nuestra voluntad de
articular acciones al interior de la Federación Agraria Argentina, en los términos siguientes:
“nos dimos a la tarea de construir una herramienta política, el MCL, para trabajar
por el desarrollo de una corriente de izquierda que actúe desde una perspectiva
revolucionaria, de liberación y superación del capitalismo senil. Por ello nos
agrupamos desde un enfoque político, para articular con los distintos movimientos
y organizaciones agrarias, con centralidad en la FAA, por comprender que dicha
entidad gremial está llamada a ser la mas grande representación de los pequeños y
medianos productores y los deseosos de trabajar la tierra de la que fueron desplazados
por el monocultivismo neoliberal de los 90 que continúa hoy con la política de
concentración y extranjerización de la tierra, la que el actual gobierno fomenta en
función de la recaudación fiscal que luego aplica al pago de la deuda externa y no
a la justa distribución de la riqueza.”
En consecuencia y considerando a la Federación Agraria Argentina el espacio por antonomasia
de los pequeños y medianos productores de nuestro país, en tanto entidad representativa de todos
los agricultores familiares, heredera del “Grito de Alcorta” e histórica militante por una reforma
agraria integral (artículo 6 de su estatuto), y asumiendo que el Movimiento Campesino Liberación
se articula en la FAA como integrante de la agrupación Azul y Blanca, asumimos la tarea de aportar
a la necesaria batalla de las ideas en forma conjunta.
Desde ese lugar y lejos de demonizar a la soja en sí, en tanto plántula susceptible de regresar a
su estatus alimentario y abandonar, entonces, su actual función avasallante y depredadora de otros
cultivos, otros recursos naturales como el monte y el agua y de la tierra en sí, proponemos una
revalorización de las producciones alimentarias vinculadas de modo esencial al mercado interno.
Así elaboramos el plan ganadero, el plan porcino, el foro de la lechería y el foro nacional de la
agricultura familiar. Proyectos todos apropiados para implementar un Desarrollo Rural Inclusivo
mediante un modelo agroecológico alternativo al paquete tecnológico actual (el de los agronegocios)
que atienda en especial a las economías extra pampeanas, en tanto bases sociales indispensables
para una agricultura con agricultores.
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Palabras preliminares
La universidad estatal es una de las pocas instituciones
nacionales que cuenta todavía con un viso
de credibilidad por parte de la sociedad, en contraposición
a lo que viene sucediendo en otros
ámbitos de la misma. Históricamente el demos
universitario se caracterizó por ser un nicho de
resistencia ideológica a políticas tendientes a privatizar
sus objetivos o su autonomía, por lo tanto
es necesario recuperar esa voz inconformista,
reclamadora, exigente, crítica, solidaria, creadora,
irreverente, transformadora, comprometida,
vinculada al destino colectivo que “violente el
remanso de lo prescripto”. No deberíamos olvidar
que nuestra universidad proviene no de un
sector aristocrático u oligárquico sino todo lo
contrario, por ello resulta inadmisible que las clases
sociales que fueron beneficiadas por la
Reforma Universitaria de 1918, sean quienes lleven
adelante las demandas que las políticas neoliberales
pretenden para la sociedad argentina.
Consideramos que la Universidad en tanto sostenida
por el esfuerzo de la población, debería
generar conocimiento referido a un proyecto
colectivo, solidario e incluyente, comprometido
con los destinos del país, de sus habitantes, del
medio ambiente, de la justicia social y los derechos
humanos.
Desde la Facultad de Ciencias Veterinarias de
Casilda, dependiente de la Universidad Nacional
de Rosario, modestamente es también posible
construir un proyecto alternativo al pensamiento
globalizado imperante, que privilegie las necesidades
de la comunidad donde está inserta y su
amplia zona de influencia. Se podría recrear
desde aquí, una nueva relación con el medio para
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LA INTENSIFICACIÓN AGROPECUARIA EN ARGENTINA:
“CRÓNICA DE UN DESASTRE AMBIENTALANUNCIADO”
Méd.Vet. Luis Amestoy1
Méd.Vet. Claudia Nigro2
Méd.Vet. Juan José Noste2
Dra. Jorgelina Cerruti2
Dr. Rubén D’Espósito2
DEDICATORIA
A nuestro amigo, compañero de lucha, creador de sueños, perseguidor de utopías, pero también al
filósofo, al referente, al estudioso, al que fue “padre postizo” para muchos, “contestatario” para
algunos, y persona querida, respetada y admirada para todos...
Nunca olvidaremos a este “imprescindible”, de los que hablaba Bertolt Bretch y ojalá
sepamos honrar su memoria levantando sus banderas y ocupando el lugar en la lucha, que ha dejado
vacío...
La tristeza nos embarga el alma y la conciencia Negro querido, entre los recuerdos que
nos quedan de vos, está este libro que soñamos juntos, que peleamos juntos y que ahora es para
vos, más que nunca, más que siempre.
Hasta la victoria siempre!
Juan y Claudia
Consejero Graduado.
Consejeros Docentes de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de Rosario.
tratar de consustanciarse verdaderamente con sus
problemas, se podría pensar que el objeto de la
ciencia y del pensamiento es una actividad social
y política en su fundamento mismo, se debería
relacionar el conocimiento a la voluntad de transformación
de la realidad, y debería ser posible en
fin, sentirnos sujetos de la historia y comprender
que la nación como comunidad de personas, debe
ser el objeto fundamental del cual reciben su sentido
todos los horizontes de la actividad universitaria.
No se puede construir un devenir mejor
o diferente, sino se analiza críticamente el pasado,
en la búsqueda de algunas de las razones que
plantearon este presente y sus posibles consecuencias
futuras. Por otra parte tal análisis debería
encuadrarse en un marco histórico que de
cuenta de las transformaciones sociales, políticas,
económicas y culturales, sufridas por el país
y su pueblo y a las que las universidades nacionales
no fueron ajenas. Por el contrario la educación
argentina en todos sus niveles, ha sido una
“invariable variable” de ajuste para los gobiernos
tanto dictatoriales como democráticos, pero
harto profundizado en el período1989-2003.
Es justamente a partir del gobierno de
Carlos Menem que la universidad reconoce la
faceta más mercantilista del proyecto neoliberal,
que fuera instalado en el país el 24 de marzo de
1976 con la complicidad de los militares argentinos
de aquella época nefasta y sostenido luego
por los gobiernos elegidos a través del voto
popular. Sin haber resistido lo suficiente, o mejor
dicho, con un sector muy minoritario dispuesto a
resistir la política que desarrolló ese gobierno a
partir de los indiscutibles designios de la banca
financiera internacional, Banco Mundial y FMI ,
se llegó a que un vasto sector de la masa crítica
de la universidad pública se aviniera a aceptar los
cambios estructurales y tecnológicos. De este
modo, la Ley de Educación Superior (Nº 24.521)
impuesta contra todo consenso social y sancionada
por diputados y senadores en el año 1995, y
la ley Federal de Educación proporcionaron el
marco jurídico necesario, para dar respuesta no a
las legítimas demandas educativas del país, sino
a los intereses extranjeros, ligados entre otros, a
las empresas multinacionales. En consecuencia,
entre otros, la adopción del paquete tecnológico
ligado al proyecto de agricultura intensiva, especialmente
vinculado a la soja, no fue lo suficientemente
debatido en los claustros universitarios
relativos a las ciencias agropecuarias.
Este trabajo ha sido realizado por varios
profesionales de la Medicina Veterinaria, absolutamente
convencidos de la pertinencia del
mismo, y a través de una concienzuda y sistemática
compilación de artículos periodísticos, trabajos
científicos, libros, etc. y con la correspondiente
toma de posición por parte de los autores.
No es nuestra intención sostener que queda todo
dicho en lo referente a la problemática que abordamos
sino todo lo contrario, pretendemos abrir
el debate en la búsqueda de soluciones que puedan
ser discutidas en el marco de un análisis
nacional de ordenamiento territorial y planificación
de la explotación de los recursos naturales,
procurando alcanzar un modelo integrador de
agricultura para la liberación.
Introducción:
“La soja que acongoja y desaloja”
Desde hace varios años el paisaje de los
campos en la Argentina viene transformándose.
En ellos, miles de plantitas crecen tan ordenadamente!…
una detrás de otra, sin “malezas”
que distorsionen la postal; estéticamente,
casi nada podría decirse. Perfectos cuadrados,
pintados en un perfecto color verdequetequieroverde,
parecen avanzar sobre el horizonte,
trepan las sierras, ocupan los montes, desplazan
a los pájaros, las flores, los insectos, los
mamíferos, los árboles, los arbustos, las casas
y la gente.
Están todas muy bien erguidas, son pubescentes
y pueden adquirir hasta el metro y
medio de altura. Sus hojas alcanzan un tamaño
respetable y sus flores pequeñas, blanquecinas
o púrpuras, parecen frágiles, modestas, imposible
presentarlas en florero alguno; más tarde
aparecen las vainas cortas y en su interior se
perfilan tres a cuatro perlitas, las semillas.
Unos 100 a 150 días después de que el colono
las siembra, deciden que es otoño y sus hojas
se tornan amarillas y luego se caen. Las vainas,
abandonadas a su suerte, viran hacia el
color tostado y se secan. Entonces deviene la
cosecha y las miradas buscan el cielo, y mirando
las estrellas también, trabajan las máquinas
a todo ritmo, levantando las perlitas amarillitas
claras que son proteína y aceite, aunque no
lo parecen.
Es la soja, que en el idioma de otros países
suena “soya” y según se dice, procede de la
región este de la milenaria China, aunque
también se la ha sembrado por cientos de años
en Japón y Corea. Sin embargo la soja se ha
vuelto occidental y cristiana, y como en casi
todo lo que hace, los Estados Unidos monopolizan
el título de productor principal, acompañados
por Brasil y nuestro país. Siguiendo los
avances tecnológicos, una planta tan antigua
ha debido modernizarse y entonces ostenta una
suerte de adjetivo, de calificativo, de título
honorífico, de apellido decente, es ahora... soja
transgénica.
Claudia Nigro
Desde la perspectiva de Tinker (1997), en
los países en desarrollo la demanda de alimentos
o la necesidad de generar más divisas a partir
de un modelo agroexportador, ha llevado a
intensificar el uso de la tierra, tanto con el
aumento de la productividad por unidad de
superficie (intensificación de la agricultura o
ganadería) como por el avance sobre ecosistemas
naturales, para ampliar las fronteras agropecuarias.
Estos cambios impactan negativamente
sobre el medio ambiente, pero los daños
ecológicos quedan lamentablemente relegados
a un plano secundario, frente a la acuciante realidad.
El autor señaló algunas de las consecuencias
que deberían considerarse:
- erosión e impactación del suelo
- alteración del recurso agua por salinización,
eutrofización y acumulación de sedimentos
- efectos adversos sobre la salud, vida silvestre,
biodiversidad y calidad del agua de bebida
por uso indiscriminado de agroquímicos
- pérdida de hábitat que daña particularmente
la biodiversidad
- producción de gases “invernadero” desde los
sistemas agropecuarios (alto número de
cabezas de ganado, fertilización con nitrógeno)
o pérdida de carbono hacia la atmósfera
por deforestación definitiva (bosques o pasturas
naturales). Además, al impacto ambiental
directo, se deberían sumar las consecuencias
socio-económicas que el cambio del uso
de la tierra produce sobre la población de una
región o país.
Según Moreno y Matteucci (2000) los problemas
ambientales del país devienen de la
combinación entre fuerzas extrarregionales, en
tanto región terminal (país de baja cuenca), y
factores internos derivados de los modos del
uso del espacio, del avance de las fronteras
12 13
agrícolas y urbanas, del crecimiento sin planificación
y de la política de apertura de los mercados.
En este trabajo, se intentarán analizar las
características que asume en nuestro país, el
actual sistema de producción agropecuaria y
sus impactos ambiental y social.
Campo de un establecimiento de la zona de
Casilda, Santa Fe (2005): Es notable el desnivel
(5 a 6 cm) entre la banquina y el lote cultivado.
Marco de Referencia
“La razón de nuestra pobreza, radica en
nuestra riqueza”
Eduardo Galeano
La República Argentina detenta algunas
particularidades únicas, muy interesantes, derivadas
de su posición planetaria en tanto extremo
austral, la localización continental al oriente
del macizo andino y de su posición como
país terminal de una de las tres cuencas hidrográficas
de Sudamérica. Por lo tanto es poseedora
de la marisma atlántica y el bosque mixto
de latifoliadas más australes del planeta, y del
extremo más austral de la selva andina de
yunga y de la austrobrasileña. Dada su superficie,
2.791.810 km2 a los cuales hay que sumar
964.000 km2 del territorio antártico e islas del
Atlántico sur, ocupa el segundo lugar en extensión
en el continente latinoamericano y el octavo
lugar en el mundo. En cuanto a su magnitud
latitudinal (desde el cerro Branqui 21º 46’55’’
hasta el cabo de Hornos 55º58’), ésta le otorga
a lo largo de sus 4000 km de longitud, una
diversidad climática y de suelos excepcionales,
que incluye desde los climas fríos del sur hasta
los tropicales de las ecorregiones chaqueña,
tucumano-oranense y misionera, algunas de sus
diversas unidades biogeográficas, aunque predomina
el clima subtropical-templado11 80.
Por otro lado, dado que está ubicada en la
región Neotropical, posee una amplia diversidad
de ambientes naturales y especies silvestres,
incluyendo un grado alto de endemismos11.
Esto le agrega la riqueza de la biodiversidad
genética cuya reproducción podría ser muy
importante para la producción biológica del
mundo11 80 71. De acuerdo a distintos autores, sus
regiones ecológicas varían desde una docena
hasta dieciocho, de las cuales cinco son endémicas
o semi-exclusivas de la Argentina y de
América del Sur. Estos ecosistemas tan diversos
posicionan a la Argentina en el lugar 17
entre los países con mayor riqueza en plantas
superiores y en número de mamíferos, en el
decimoquinto lugar de acuerdo al número de
vertebrados endémicos y en noveno lugar en
relación al número de mamíferos endémicos o
sexta posición en el continente sudamericano.
De sus 9000 especies de plantas superiores, el
25% son endémicas y de sus 3500 vertebrados,
aproximadamente 2500 tienen esas mismas
características11
La única porción del territorio argentino
que carece, hasta el momento, de aptitud agropecuaria
es la antártica; en contraposición, en
la porción continental americana sobresalen las
casi 60 millones de hectáreas (has) de la región
pampeana argentina, únicas en el mundo ya que
no existe otra de semejante extensión y de aptitudes
tales como suelos loésicos fértiles con
muy poca pendiente, cantidad adecuada de precipitaciones
y bajo potencial de lavado del
suelo, estación seca no marcada y estaciones
térmicas diferentes pero no excesivamente.
Los suelos pampeanos son especialmente ricos
en nutrientes profundos, muy desarrollados y
contienen alta proporción de materia orgánica84.
La masa vegetal no deja de crecer en ninguna
estación por lo cual el ganado puede mantenerse
a campo todo el año y son factibles
tanto cultivos de invierno como de verano53. La
producción pampeana aporta el 90% de las
exportaciones nacionales, hegemoniza ventajas
económicas y sociales y posee una importante
ventaja competitiva natural respecto a sus equivalentes
en el resto del planeta 53 80. Las regiones
extrapampeanas (noroeste, noreste, Cuyo y
Patagonia) presentan características geomorfológicas,
climáticas y de régimen hídrico que
permiten el desarrollo de actividades agropecuarias
pero sin esta ventaja competitiva natural.
A estas diferencias ecológicas se deben
sumar otros factores que profundizan las desigualdades
regionales. Se destacan la menor
posibilidad de acceso al crédito, mayor concentración
de “explotaciones con límites indeterminados”
(tenencia precaria, no originan verdaderas
unidades económicas) y menor ingreso
medio (ya que si bien hay mayor cantidad de
personas ocupadas, se produce una cuarta parte
de la producción agropecuaria total) 80.
Con respecto a la historia económica, la
región pampeana viene abasteciendo desde el
tiempo de la colonia, a las demandas europeas
de cueros, lanas, granos y carnes, dada además,
la facilidad del transporte de las mercaderías
por una región sin accidentes geográficos, con
el tendido de las vías férreas hasta los puertos
de exportación, entre otras cuestiones. Se
podría decir que fue así como se configuró el
modelo agroexportador del país, que lo hizo
dependiente de la importación de productos
industriales y combustibles 53.
El uso del territorio y sus recursos
Según ciertos autores se sostiene que el
74% de la superficie continental argentina está
formada por tierras de uso potencial no agrícola
o de labranza circunstancial, mientras que
otra fuente prefiere distribuir el uso de la tierra
en 49,3% de campos naturales, 22,6% de
superficies forestadas, 10,5% de campos cultivados
y 17,6% de tierras no utilizables (montañas,
lagos, lagunas, ríos, ciudades, etc.). La
actividad ganadera extensiva ocuparía el 56%
de la superficie total, incluyendo bovinos, ovinos,
caprinos, equinos y camélidos y estaría
relacionada a montes o pastizales naturales;
mientras que un 11% se afecta a la ganadería
sobre pastizales naturales o implantados, 6% en
ganadería bovina semi extensiva, 4% se utiliza
con fines netamente agrícolas, 10% tiene utilización
mixta (agrícola-ganadera) y el 5% restante
se usa con otros fines11.
La Argentina tiene sembradas 35.750.000
has, por tanto está ubicada en el orden mundial
en el octavo lugar en lo que respecta a superficie
de tierras cultivadas; en lo referente a superficie
sembrada per cápita, ocupa el tercer lugar
con 1,12 ha y en cuanto a superficie bajo riego,
está posicionada en el decimoquinto lugar 80.
14 15
En la actualidad, casi 13 millones de hectáreas
de estas tierras prolíficas conocidas en el
mundo entero como las “humid pampas”, fueron
destinadas a la siembra de una leguminosa,
la soja. A esta corresponde el 49% de la superficie
sembrada de la Argentina, y es transgénica
en el 95% del caso62 *. En las últimas seis
cosechas su siembra aumentó de 6,6 a 12,6
millones de hectáreas, con lo cual se producirán
aproximadamente 37 millones de toneladas
de granos62**. Paradójicamente el éxito no se
debe a un aumento en el rendimiento de las
cosechas, sino a la incorporación de nuevas tierras
al ciclo sojero, por lo cual se pretende ir
por más hectáreas, 14 millones 108.
Asimismo el ganado bovino de carne significa
el 80% del valor total de la producción ganadera,
y el 60% de la existencia bovina está concentrada
en la eco-región de las Pampas, el
Espinal y las sabanas mesopotámicas, mientras
que las del Chaco reúnen un 15%. En lo que respecta
al ganado ovino, el 50% se encuentra ubicado
en la Estepa Patagónica, 30% en las Pampas
y Espinal y 15% en las eco-regiones del Monte;
los caprinos se localizan en la franja árida y semi
árida del país, con el 35% de los animales en el
Chaco; los porcinos están distribuidos en las
áreas urbanas y centros industriales, con el 80%
en Pampas y Espinal y 10% en el Chaco y finalmente
los caprinos y camélidos como ganadería
de subsistencia, están ubicados en la regiones de
la Puna, Prepuna y Altos Andes11.
El uso del territorio para las actividades
ganaderas supone el 70 a 80% de la superficie
nacional, en su forma extensiva y desde hace
300 años11. Según el Primer Congreso
Internacional de Agronegocios, llevado a cabo
en la Sociedad Rural en el mes de julio del
2002, la Argentina ocupa el quinto lugar mundial
en producción de carne bovina con sus casi
2,5 millones de toneladas, a partir del cuarto
rodeo bovino mundial el cual ronda los 47
millones de cabezas, según el último Censo
Nacional Agropecuario 2002 26 41.
Con respecto a las masas boscosas argentinas,
éstas ocupan entre 28 y 38 millones de has
según las fuentes, sumadas las 700.000 has de
plantaciones de especies exóticas, las cuales
están ubicadas en las Pampas, el Espinal y la
Selva Misionera 11.
Finalmente otra fuente de riqueza de recursos
significó siempre la actividad pesquera
marina y por la magnitud de sus capturas, la
Argentina es uno de los treinta países pesqueros
más importantes del planeta 11. En 1980 las
capturas totales de peces marinos y crustáceos
rondaban las 376.800 toneladas; en 1990 eran
500.000 toneladas aproximadamente, en 1992
fueron 692.110 toneladas pero con la depredación
ocurrida sobre la merluza entre 1994 y
1999, se habrían capturado 350.000 toneladas
por año como máximo. No obstante en 1996 se
registraron 680.000 toneladas pero se sospecha
que la pesca ilegal pudo haber elevado esta
cifra por encima del millón de toneladas 109.
Morello y Matteucci (2000) sostuvieron
que el estilo de desarrollo argentino se sustentó
en la preeminencia de la oferta natural, sobre
todo en lo que a maderas de alto valor comercial
y suelos agrícolas se refiere. Citaron como
ejemplo que el sistema ferroviario del país se
valió del quebracho colorado santiagueño
(Schinopsis lorentzii), que el tanino lo hizo del
quebracho colorado chaqueño (Schinopsis
balansae) el cual sirvió a la industria del cuero
curtido y que nuestro sistema de alambrados se
hizo en base a la utilización de dos o tres árboles
autóctonos como el ñandubay (Prosopsis
affinis), quebrachos y algarrobos. De esta
manera árboles emblemáticos como los descriptos,
sirvieron para consolidar en sus inicios,
el modelo agroexportador.
Según Bertonatti y Corcuera (2000) las
actividades de agricultura y ganadería son prácticas
productivas de muy alto impacto en el
medio ambiente. De hecho involucran un área
territorial de dimensiones muy importantes, por
lo cual el avance de sus fronteras, traería aparejado
cambios de importancia sobre los ecosistemas
silvestres que aún existen. En términos
generales Rabufetti y Arboleda, citados por
Bilenca (2000) detectaron lo mismo, que la
expansión agrícola en el pastizal pampeano
está relacionada con una importante reducción
en las especies de aves de este ecosistema. En
los últimos cien años y en partidos determinados,
hay un 45% de especies extintas.
Problemas ambientales derivados
del uso intensivo del espacio
“Si observamos una sección de bosque,
encontramos que una constante y lenta acumulación
de residuos animales y vegetales se
van formando en la superficie del suelo y que
estos residuos orgánicos son convertidos por
las lombrices, las larvas, los hongos y las
bacterias en humus”
Sir Albert Howard ,“Un testamento agrícola”
Avance de la frontera agropecuaria
Se entiende por “frontera”, la interfase entre
las tierras que son manejadas por el hombre y
donde el sistema se sostiene sobre la energía
derivada del combustible y los ecosistemas
naturales donde la fuente energética es la radiación
solar. Dicho de otro modo es el corrimiento
de las tierras destinadas a las actividades
productivas incluidas las extractivas, hasta la
agricultura, ganadería y silvicultura sobre los
ambientes naturales tanto sean ecosistemas
terrestres como humedales 49. Por lo tanto la
denominada “frontera agropecuaria” está localizada
entre las tierras agrícola-ganaderas y los
ecosistemas naturales que las cercan. En este
sentido y en esta década la mentada frontera se
ha instalado con exclusividad en bosques y en
humedales, ecosistemas estrechamente asociados
a la producción sostenible 80.
A lo largo de la historia, la incorporación de
nuevas tierras a la actividad agropecuaria, significó
siempre concentración del poder económico
y político en distintos grupos sociales (oligarquía
terrateniente, grupos promilitares, empresa
privada nacional, multinacionales). El proceso
de colonización del país fue trasladando lo que
se denomina la “frontera agropecuaria”, a lugares
que permanecían prístinos hasta no hace
muchos años. De hecho el área territorial que las
actividades tanto agrícolas como ganaderas
involucra, tiene dimensiones muy importantes,
por lo cual el avance de sus fronteras, sin el control
del estado, traería aparejados cambios significativos
sobre los ecosistemas silvestres que
aún existen. En este sentido un ordenamiento
territorial debería imponerse por sobre las
demandas del mercado internacional de productos
agropecuarios, el cual viene rigiendo hasta
ahora el manejo del uso del suelo 80.
Consecuencias del avance
de la frontera agropecuaria
Este avance, a partir de la segunda mitad
del siglo XIX, es responsable de la fragmentación
y disminución del área forestal, sobre todo
en la pampa donde se han talado y desmontado
las escasas formaciones boscosas del lugar lo
cual ha significado la extinción de algarrobales,
cardenales, bosques tala-mistol, tipa-pacará y
palo blanco-palo amarillo. Por la misma razón
en el Chaco, durante las décadas del 70 y 80, se
desmontaron bosques y arbustales80.
Desde el trabajo “Geo Argentina 2004,
Perspectivas del Medio Ambiente de la
Argentina” realizado mediante un convenio
entre el Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente-Oficina Regional para
América Latina y el Caribe (PNUMAORPALC),
y la Secretaría de Medio Ambiente
y Desarrollo Sustentable (SayDE) de la Nación
y por lo tanto insospechado de ser tendencioso,
16 17
* La campaña 2005/2006 alcanzó, según datos de la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca y
Alimentos, las 15,2 millones de hectáreas, es decir, un 5,6% más que la campaña anterior.
** La producción de soja estimada para la campaña 2005/2006 es de 40 millones de toneladas.
se sostiene que “los procesos erosivos antrópicos
incluyen el avance de la frontera agropecuaria
sobre zonas marginales sin la correspondiente
adaptación de las tecnologías usuales;
la intensificación de la agricultura de cultivos
anuales sin recaudos de conservación; las
labranzas que provocan la remoción de la
cubierta vegetal,” y por lo tanto han aumentado
“la mineralización del humus que provocan
cambios físico-químicos en el suelo”, entre
otros. Asimismo advierte que aún cuando haya
“adaptabilidad de los cultivos modificados
genéticamente y el clima actual más benigno”
lo cual puede producir rendimientos satisfactorios
los primeros años, “las propiedades morfológicas
físicas y químicas de los suelos utilizados
sufren deterioros, a veces irreversibles”.
La ganadería de monte produce daños en
los renuevos, descortezamiento de árboles y
disminución de semillas. El 31% de la producción
del NOA y NEA de carnes, lana y cuero
tiene lugar en los ecosistemas de arbustales y
bosques, los que a su vez suministran forraje,
productos alimenticios, madera y leña, pero las
tasas de extracción no son superadas por las de
reposición. Un ejemplo reciente es la extinción
de especies aromáticas del Chaco serrano por la
alta tasa de extracción por parte de pobladores
de escasos recursos. Por sus funciones, entre
otras, de regulación de los regímenes hidrográficos
y ser fuente de biodiversidad, las áreas
boscosas son muy importantes para el país 80.
Asimismo el ciclo húmedo en el NOA, ha propiciado
que la soja avanzara en dirección este,
con lo cual rápidamente se ha preparado el
ambiente natural para el proceso de producción,
desde la ruta 34 hacia el camino de la ruta
81, que se dirige a Formosa 93.
Debería tenerse presente que bosques, montes
y arbustales son potencialmente productivos
manejados agroecológicamente, reforzando las
leyes naturales, con alta carga animal y períodos
de descanso prolongados que aseguren tanto la
sustentabilidad como sostenibilidad (mínimas
pautas de “manejo de monte” podrían llegar a
cuadruplicar la producción ganadera)93.
Teniendo en cuenta el servicio ambiental
harto importante que los bosques proveen, se
podrían planificar prácticas racionales de aprovechamiento
de los mismos, ya que definitivamente
serían un “buen negocio”, a partir de sus
productos forestales madereros y no madereros
(productos alimenticios, farmacéuticos, aromáticos,
bioquímicos, fibras, aceites esenciales,
toxinas, forrajes, etc.). Esto significa producir
sustentablemente, aprovechando el potencial
de estos recursos y salvaguardando a los pobladores
y sus economías locales, para lograr un
desarrollo con inclusión social 93.
La silvicultura en la selva misionera, tucumano-
oranense y bosque austral ha llevado a la
pérdida de grandes extensiones de estos bosques
nativos atentando contra el patrimonio
genético forestal del país. Además, los incendios
son el problema ambiental más grave por
la falta de sistemas adecuados de prevención en
grandes plantaciones de coníferas 80.
Numerosas cuencas dependen del rol de
administradores del régimen hídrico que ejercen
ecosistemas forestales de la ecorregiones gran
Chaco, selva misionera y tucumano-oranense.
La pérdida de cobertura vegetal del suelo, principalmente
grave en ecotonos pedemontanos y
faldeos de alta energía, lleva a la movilización
de los sustratos y a la modificación de la dinámica
de los torrentes y los sistemas construidos
(represas, etc.). Además, el arrastre de material
del suelo, desde cumbre a depresión, agrava el
fenómeno de las inundaciones (como viene ocurriendo
en la llanura Chaco-pampeana) o produce
el avance de médanos desde los montes talados
hacia las tierras agrícolas (Cafayate,
Fiambalá, Tinogasta o Patagonia subandina)80.
En la selva pedemontana de Yungas, 1.500.000
has se han reconvertido en cultivos agrícolas, a
razón de 1000 has por año 93.
En este mismo sentido el Informe Geo
Argentina 2004 49 explica que uno de los procesos
degradatorios más frecuentes es la erosión
hídrica, entre otras formas de degradación del
suelo. En los suelos protegidos por una vegetación
selvática tupida, se puede soportar la pérdida
por erosión hídrica de hasta 3 a 7
ton/ha/año; sin embargo el desmonte ha provocado
la carencia de dicha cobertura con lo cual
la merma alcanza las 1000 ton/ha/año; el 42%
del territorio misionero es susceptible de ser
erosionado.
Por último, cabe citar la gravedad de la pérdida
de ecosistemas que cumplen funciones de
reciclado y descontaminación (servicio
ambiental), de producción de recursos vegetales
y animales (disminución de la biodiversidad
natural) y de control homeostático natural 80.
Coligado con el incremento de la producción
agrícola, la deforestación, en términos de
tala permanente de tierras boscosas con el objeto
de explotarlas para cultivos o asentamientos
y excluyendo la tala selectiva, registró entre los
años 1990 y 1996 una tasa promedio de 0,85%.
Esto significa una pérdida anual de bosques
equivalente a la superficie de Irlanda71. Desde
1998 hasta 2002, en sólo 4 años, se deforestaron
117.974 has del Chaco, cerca de 220.000
has en Santiago del Estero y más de 170.000
has en Salta 93.
Walter Pengue (2004) profesional del grupo
de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente de
la Facultad de Arquitectura de la Universidad
de Buenos Aires, ha señalado que en 1914 los
bosques nativos significaban el 39% del territorio
de la Nación, porcentaje que se redujo al
14% en los ’80 y que hoy refiere a unos 40
millones de has localizados en el centro y norte
de la Argentina. El avance de la frontera agropecuaria
por sobre ambientes únicos, como en
este caso, solo aseguraría degradación, disminución
de la productividad agrícola, y en el
futuro la modificación del ciclo hidrológico,
entre otras consecuencias. El panorama es
devastador toda vez que provincias como
Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero
han perdido casi el 50% de sus montes naturales,
como puede verse en el cuadro que sigue:
Provincias Bosques nativos en km2
1935 2000
Jujuy 18.700 9.000
Salta 107.000 71.000
Tucumán 19.800 8.000
Santiago del Estero 108.000 69.000
Fuente: Pengue, Walter 2004
Intensificación de sistemas agrícolas
Morello citado por Bertonatti y Corcuera
(2000), alerta sobre las consecuencias del avance
de dichas fronteras y pone énfasis en la
modificación de la geomorfología, de los suelos
y del régimen hidrológico para los ecosistemas
costeros, más que sobre la pérdida de biodiversidad.
En este sentido, en su libro
“Situación Ambiental Argentina 2000”, los
autores citan los principales problemas asociados
a las actividades agropecuarias y los responsabilizan
del agotamiento o deterioro del
recurso suelo:
- reemplazo descontrolado o no planificado
sustentablemente de hábitats por campos de
cultivo o pastoreo
- empleo de técnicas agrícolas inadecuadas
(cultivos a favor de pendientes, desmonte de
bosques protectores de cuencas, ausencia de
corredores biológicos, uso descontrolado o
indiscriminado de agroquímicos, períodos
de insuficiente descanso del suelo, uso
inadecuado del fuego, laboreo de la tierra en
horarios o temporadas de alto impacto para
la biodiversidad, monocultivos intensivos,
precarios planes de control y prevención de
erosión y desertización)
- técnicas ganaderas inadecuadas (sobrepastoreo,
escasa o nula rotación de potreros, deficiente
evaluación de la capacidad de carga
animal, precario control sanitario, alambrado
o cercado deficientes, descontrol del
acceso del ganado fuera de los estableci-
18 19
mientos ganaderos, destrucción de renovales
de plantas autóctonas)
- modificación de los cuerpos de agua para
uso agropecuario y vial
- especies autóctonas declaradas perjudiciales
sin avales científicos
- selección de la variedad de cultivo o ganado
en base a la demanda del mercado y no a la
aptitud del suelo, de los recursos autóctonos
que ofrece la región o de los impactos
ambientales.
De acuerdo con Pengue (2001), en la pampa
húmeda se desarrolló hasta la década del 70 un
modelo productivo mixto de rotación entre
ganadería y agricultura, el cual viró hacia
mediados de la misma y especialmente en los
‘80 hacia la producción agrícola continua. Este
autor describió algunas de las características
del citado proceso, como la mayor extensión de
la etapa agrícola, aumento en la roturación de
los pastizales para la agricultura continua,
aumento en la utilización de insumos (herbicidas,
insecticidas) y maquinaria agrícola (tractores,
sembradoras), incremento sustancial del
ciclo agrícola y extracción de cosechas (3 cosechas
cada 2 años), mayor escala de producción
y avance de la frontera agropecuaria a partir de
la agricultura.
Justamente del acrecimiento tan importante
de la producción agropecuaria devienen tanto el
deterioro ambiental creciente, como una fuerte
concentración económica. El investigador
advirtió también que los efectos de deriva o
escurrimiento que se producen a instancia de la
aplicación de los herbicidas, podrían inducir
efectos totales o selectivos sobre la flora del
ambiente implicado; así si el banco de semillas
fuera reducido por el efecto continuo del agrotóxico,
muy probablemente se conformaría una
sucesión secundaria con especies y comunidades
vegetales nuevas, lo cual podría significar la
profunda transformación de los ecosistemas91.
Con respecto a los pastizales pampeanos,
resultaría interesante tener en cuenta el valor de
los servicios ofrecidos por los mismos en tanto
proveen entre otros, al mantenimiento de la
composición de gases en la atmósfera mediante
el secuestro de carbono y la absorción de
metano, la preservación del suelo o el mejoramiento
de las condiciones meteorológicas71.
El informe Geo Argentina 200449 asegura
que en la pampa húmeda la introducción de
nuevas tecnologías y conceptos para el diseño
de planteos productivos, ha traído aparejado
“la reducción de la diversidad de cultivos, la
erosión y el empobrecimiento de los suelos, la
alteración del ciclo de nutrientes y la reducción
de la materia orgánica con su potencial impacto
negativo sobre el resultado de la actividad
agrícola y sus empresas” y que todo esto no
sería desconocido para el productor. Mientras
en la denominada pampa ondulada “toda la
región presenta degradación física y química
en diversos grados, con los mayores efectos
sobre la tierras en agricultura continua”. El
informe detalla además que se “produce un
deterioro de la estructura y la percolación con
fenómenos comunes como el encostramiento
superficial y el piso de arado que afectan fundamentalmente
las propiedades hidrológicas
de las tierras”; en consecuencia hay “una
menor infiltración, menor retención de humedad
y percolación y aumento del escurrimiento
del agua que produce erosión aún en pendientes
menores al 1%”.
Por último, Saravia Toledo (2003) publicaba
en La Nación y en marco del “Día de la
Conservación del suelo”, que las actividades
económicas que más impactaron el ambiente
del Chaco salteño a lo largo de100 años fueron
la caza-recolección, la ganadería pastoril, la
explotación de los bosques y la agricultura para
granos y producción de forrajes. En lo referente
a la actividad pecuaria, las derivaciones de la
misma incluyeron la homogeneización del paisaje;
en pocos años las áreas pastizales se lignificaron;
hubo una rápida eliminación de los
recursos forrajeros herbáceos y arbustivos, con
lo cual disminuyó la cantidad de ganado y consecuentemente
ocurrió un empobrecimiento de
la población rural y por esto muchos jóvenes
emigraron. Asimismo desaparecieron numerosas
especies de la fauna por la caza y la destrucción
de los ambientes abiertos; tanto la erosión
eólica en el período seco como la hídrica en el
período de lluvias, provocaron la pérdida de
suelo, modificaron el microrrelieve y afectaron
la hidrología de la región; y finalmente se suprimieron
especies de árboles con valor forestal
como quebracho colorado y palo santo, cuyos
rebrotes además, fueron consumidos por el
ganado. De esta manera la agricultura a secano
para la producción de granos que se extendió en
los últimos 30 años (sobre todo maíz, soja y
porotos) ocupó la mayor parte del área de transición
entre el Chaco y la Selva boliviano-tucumana.
Para el desarrollo agrícola 650.000 has
de bosques fueron desmontadas, y en la opinión
del autor esto significó la generación de trabajo
y la consolidación de pueblos y ciudades pero
también ha resultado en una importante pérdida
tanto de la flora como de la fauna.
Las fronteras de la soja
La soja ha venido ganando terreno sin prisa
pero sin pausa desde mediados de la década del
setenta, y a partir de los noventa con la llegada
de la biorrevolución o biotecnología y más precisamente
desde el año 1994 con la debida
autorización del poder de turno (Menem,
Cavallo, Solá), estas perlitas de oro adquirieron
un apellido41. Irrumpió en el escenario agropecuario
la soja RR (Round-Up Ready).
Sin embargo, no deberíamos omitir la década
del ochenta donde el gobierno de Alfonsín
adscribió a las propuestas de la denominada
“Revolución Verde”, que prometía la instalación
de fábricas de fertilizantes y agroquímicos
para ponerlas a disposición de los agricultores
y la producción de alimentos (sin mencionar la
irresponsabilidad en la aplicación de los mismos
habida cuenta de la falta de regulación de
su uso). La mentada revolución tenía como
estrategia promover que los países del Cono
Sur pudieran acumular cantidades significativas
de divisas para poder enfrentar los compromisos
emergentes de sus deudas externas cada
vez más importantes110. Para Sevilla Guzmán
(2002) la implementación de la revolución
verde y su “desarrollo rural”, significó para los
países del tercer mundo la sustitución masiva
de los terrenos comunales por la propiedad privada
muy concentrada y la exclusión de las formas
sociales de agricultura familiar por los latifundios
agroindustriales.
Joensen y Wan Ho (2004) contextualizaron
esta situación en el gobierno neoliberal de
Menem y la política económica inducida tanto
por el Fondo Monetario Internacional como por
el Banco Mundial, lo que condujo a las privatizaciones
de todos los servicios, mientras estaba
vigente el plan de convertibilidad. La industria
nacional competía con las importaciones, el
capital transnacional operaba sin obstáculos, se
deterioraban la salud y la educación, mientras
la investigación en las universidades públicas
era cooptada por las empresas multinacionales
de biotecnología y la agroindustria (Monsanto,
Aventis, Dow, Bayer, Cargill, entre otras) pasaba
a fiscalizar la política agrícola del país.
La biorrevolución que primeramente había
llegado a las Universidades y a otros entes
públicos, pasó rápidamente a manos privadas,
quedando vinculada a un sector que la motoriza
con las patentes. Así, la ética de la biotecnología
fue privatizada, algo extremadamente
peligroso en los países en desarrollo.
Paradojalmente mientras la producción de granos
crecía en el país hasta cerca de 70 millones
de toneladas, también aumentaban el hambre y
la pobreza; sin embargo y desde algunos sectores,
se trata de no vincular la siembra directa, la
soja transgénica y la utilización del glifosato
con esa situación. De todas maneras sobrevino
la implantación de un nuevo modelo agroalimentario,
basado en el monocultivo, el cual nos
20 21
llevó a ocupar como productores de soja, el tercer
lugar en el mundo62.
La expansión de la frontera agropecuaria
llegó hasta áreas que no eran de uso agrícola y
provocó deforestaciones de bosques y selvas
nativas, en las yungas salteñas, en Santiago del
Estero y en Formosa, generando una “pampeanización”
de sistemas ecológicos altamente frágiles
88. Mientras el cultivo crecía de 3 a 5% en
la región pampeana, en las provincias del norte
el crecimiento alcanzaba el 15%. Walter
Pengue, citado por Sosa (2003), advirtió sobre
el avance de la transformación de los recursos
naturales de áreas diversas, como bosques, selvas,
y pastizales, de difícil retorno 29 106. Fue así
como en el término de 5 años, casi la totalidad
de la producción de soja del país devino transgénica,
es decir el 25% del total mundial 84.
La amenaza se ciñe también sobre las reservas
de biodiversidad de la selva de yungas del
norte del país, donde según el Director de la
Fundación Vida Silvestre Argentina, Javier
Corcuera, citado por Backwell y Stefanoni
(2003) se perdieron ya y para siempre 130.000
ha de la selva de pedemontana, por el avance de
los monocultivos de soja, banana y azúcar.
La transgenia en el mundo
Hasta el 2006 el mundo tiene 90 millones
de hectáreas de cultivos transgénicos, cantidad
alcanzada en un período de 10 años, de las cuales
el 60% está ocupado por la soja, es decir
54,5 millones de hectáreas. Estados Unidos
tiene más de la mitad de esa superficie sembrada
en su territorio, esto es 49,8 millones de hectáreas;
por eso es el primer productor mundial
y en el tercer lugar está Brasil, país que ha
pasado de 5 a 9,4 millones de hectáreas cultivadas
con esa leguminosa transgénica. Hacia el
año 2005 se contabilizaban 21, los países que
habían permitido la siembra modificada genéticamente,
10 de los cuales pertenecen al primer
mundo y el resto a los países en desarrollo; esto
significa cerca de 8,5 millones de productores
dedicados a la actividad, cuya mayor proporción
se ubica en los países pobres 21.
La siembra directa y la soja
La nueva cultura sojera necesitó de la siembra
directa, modo de labranza que se había extendido
a partir de la década del 80, habida cuenta
de los beneficios de su implementación, en tanto
no roturaba el suelo y sólo necesitaba un rastrojo
de cultivo anterior, y la aplicación previa del herbicida,
pero en el marco de una utilización de
agroquímicos menor y por lo tanto de más bajo
costo. Según la opinión del Ingeniero Agrónomo
genetista Alberto Lapolla, (2003) no se habría
advertido que como parte del proceso, el suelo
permanecería “desnudo” (barbecho químico) lo
cual lo expondría a la erosión hídrica y eólica.
Diez años después y quizás por vicios que la técnica
no contemplaba, los resultados del proceso
de agriculturización parecen estar a la vista,
devastación, erosión y desertificación estructural
de los suelos 67 84. Pengue (2001) consideró que la
siembra directa realmente habría disminuido o
desacelerado la erosión pero han habido modificaciones
en los ecosistemas como la aparición de
plagas nuevas, y cambios de estructura en el perfil
de suelos, aumento de la contaminación y
resistencia en malezas e insectos. Por lo tanto no
podría afirmarse que sea una técnica sustentable,
si su fundamento deriva solamente del control
químico de las malezas con insumos derivados
del petróleo, ni como pilar de la agricultura continua,
la cual ha implicado el desplazamiento de
la rotación agrícola ganadera 85.
Lapolla (2003) lo explica en términos más
técnicos y refiere que la no roturación condujo a
la compactación y consecuente disminución de la
infiltración y aumento del escurrimiento, a la acumulación
en exceso de residuos orgánicos que no
consiguen mineralizarse, a la temperatura dismi-
22 23
La pampeanización del país: a la
izquierda mapa de las eco-regiones,
a la derecha mapa de la soja.
El mapa de la distribución de la soja en
la Argentina elaborado por la Secretaria
de Agricultura, Ganadería, Pesca y
Alimentación, 2002.
Foto Izquierda: tierra con producción de humus; foto derecha: rastrojo de soja sobre suelo compactado.
nuida del suelo que deriva en una menor fijación
del nitrógeno, lo que a su vez deviene en la exigencia
de la fertilización. Además sostiene que
produce cambios en la microflora y microfauna
del suelo, puesto que con la utilización sostenida
de los herbicidas, hay destrucción de la vida bacteriana,
con lo cual proliferan los hongos que a su
vez modifican la química de la mineralización de
la materia orgánica y se pierde la fertilidad de la
tierra. De esta manera la biodiversidad del ecosistema
agrícola se ve afectada de manera trágica,
las aves huyen de los suelos que no son roturados,
desaparecen las liebres, los cuises y las mariposas
por causa de las intoxicaciones y la ausencia de
rastrojos verdes, las perdices oviponen huevos
estériles y con la utilización encarnada de los biocidas
mueren también las lombrices.
Por otro lado, no todas las opiniones coinciden
respecto a los efectos negativos de la siembra
directa. Desde el Instituto de Suelos del
INTA Castelar, el coordinador del área
Edafología, Roberto Michelena sostuvo que los
resultados de un trabajo de investigación que
vienen llevando adelante conjuntamente con la
“Asociación Argentina de Productores de
Siembre Directa” (AAPRESID), demostraron
que después 6 a 8 años de aplicar la técnica, se
lograron incrementos de materia orgánica entre
0,5 a 1% en los primeros 10 centímetros del
suelo. El área de estudio incluyó el sur de Santa
Fe, el sudeste de Córdoba y el Norte de Buenos
Aires. Asimismo del trabajo surgió la cantidad
de nutrientes que estarán disponibles tanto para
el suelo como para los cultivos futuros a partir
de la putrefacción de los rastrojos. En este sentido
en un campo situado en Ramírez, Entre Ríos,
con suelo franco arcilloso, se habría registrado
en un rastrojo de trigo: 129 kg/ha de calcio, 43
kg/ha de potasio y 42 kg/ha de nitrógeno; otro
campo de Arequito, provincia de Santa Fe, con
suelo franco limoso, un rastrojo de soja contó
con 55kg/ha de calcio, 46 kg/ha de nitrógeno y 8
kg/ha de magnesio, disponibles. En lo referente
al control de la erosión hídrica que la siembra
directa supone, mediante un simulador de lluvias
se llegó a la conclusión que en Arequito la infiltración
fue del 82 al 85% del total de la lluvia
aplicada y la pérdida de suelo fue considerada
muy baja o nula (0,15 tonelada/ha); mientras que
en Ramírez, la infiltración fue total 69.
Jorge Adámoli (2003) profesor de Ecología
Natural de la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales e investigador del CONICET resaltó
el aporte de la siembra directa en la solución de
uno de los problemas más importantes a nivel
ambiental, la erosión de los campos y rechazó
la “sojafobia”. Propuso como perspectiva futura
alcanzar las 100 millones de toneladas con
una fuerte expansión de la frontera agrícola
hacia la región del Chaco.
Por último, investigadores del Centro de
Referencia en Micología de la Facultad de
Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas y de la
Facultad de Ciencias Veterinarias dependientes
de la Universidad Nacional de Rosario, alertaron
sobre la presencia de toxinas producidas
por hongos que contaminaron la soja cosechada
en la campaña 2005/2006, en el sur de la
provincia de Santa Fe, dado que la misma
podría ser utilizada para la alimentación tanto
animal (alimentos balanceados para aves)
como humana. En este sentido tomaron más de
100 muestras de los granos del cereal y realizaron
una serie de determinaciones en el
Laboratorio, las cuales dieron por resultado la
presencia de las micotoxinas de los hongos del
género Aspergillus y Fusarium; sin embargo la
mayoría de las micotoxinas aisladas, T2, deoxinivalenol
(DON) y zearalenona correspondieron
a este último hongo. Cabe destacar que
la toxina T2, es capaz de producir en aves, efectos
neurotóxicos, pérdida de peso, hemorragias,
diarrea sanguinolenta, úlceras orales, huevos
con cáscara blanda y disminución de la producción,
entre otros. Asimismo es importante señalar
que dicha toxina potencia sus efectos cuando
está acompañada por Aflatoxina B1 por
ejemplo, y tiene efectos aditivos con otras
micotoxinas como la DON. Sin embargo la
combinación más peligrosa sería T2 con
Aflatoxina, justamente la registrada en los estudios.
Sólo 2 países del mundo, Rusia e Israel,
tienen regulaciones específicas para la T2; el
nivel máximo admisible es de 100 microgramos
por kilo. Uno de los trabajos de investigación
demostró que el 46,8% de las muestras
(80) tenían valores que superaban las 100 partes
por billón, mientras que en otro estudio se
señaló lo mismo para el 36,5% (27) de las
muestras. Los investigadores enfatizaron su
preocupación en la ocurrencia de varias micotoxinas
del género Fusarium y a veces acompañadas
por aflatoxinas, que encontraron en las
mismas muestras de soja 73 74 75. Finalmente
la contaminación humana se daría no sólo en
forma directa derivada del consumo de alimentos
a base de soja, sino también en forma indirecta
a través del huevo y la carne de aves, destinados
a la alimentación de las personas.
24 25
Campo de la ciudad de Casilda, 2005
Campo de Casilda, Santa Fe (2004)
(foto: Rubén D’Espósito)
Lote degradado con zanja de
drenaje con pérdida de suelo
común de la zona Casilda-
Pujato, sur de la provincia de
Santa Fe.
Siembra directa, soja y glifosato
“Tal como fue armado el paquete tecnológico,
la siembra directa y la soja RR van de la
mano”
Miguel Teubal, Centro de Estudios
Avanzados de la Universidad de Buenos
Aires
“El principio de una agricultura floreciente
consiste en establecer y mantener una relación
adecuada entre el proceso de crecimiento
y la desintegración. De este principio depende
la fertilidad del suelo y no de la aplicación
artificial de productos químicos inorgánicos.”
Arno Klocker Hornig, “Una herencia para
todos que espera su reparto”
El Laboratorio multinacional Monsanto y
específicamente el investigador John E. Franz,
fue quien diseñó el famoso herbicida de amplio
espectro, no selectivo, de acción sistémica, pergeñado
para eliminar malezas indeseables en
los cultivos sembrados con semillas genéticamente
modificadas, el “Roundup”, nombre
comercial del glifosato. El laboratorio ha montado
su imperio con la ayuda de este herbicida,
cuyas ventas alcanzaron en Estados Unidos los
1.200 millones de dólares79 y a nivel mundial
4032 millones de dólares sólo en el año 1998 90.
Las mayúsculas de la soja le fueron otorgadas
por el agregado de genes para resistir la
acción del producto agroquímico. El citado
laboratorio es tristemente célebre también por
haber desarrollado el antiguo “gas naranja”,
agente defoliante, arboricida, técnicamente
derivado de la unión del 2,4 D y el 2-4-5-T, utilizado
por los norteamericanos para señalar la
región del Vietcong y poder así destruir con
napalm la selva vietnamita, donde se escondían
sus enemigos de la década del sesenta 11 90 50.
Monsanto vendió al gobierno estadounidense su
versión del gas naranja pero con dioxinas en
concentraciones más elevadas que su empresa
competidora, la Dow Chemical, consecuencia
de lo cual de los 3 millones de personas que fueron
expuestas a la acción del gas en ese entonces,
más de 1 millón habrían sufrido problemas
de salud muy serios, que incluyen entre otros,
cánceres de todo tipo y malformaciones 39.
Monsanto patentó la soja RR, con lo cual
obligó a los productores a la compra de semillas,
año tras año. El Roundup se volvió
imprescindible para los productores cada vez
más dependientes de los productos químicos, y
toda forma de vida que no estuvo preparada
como la soja RR, murió irremediablemente
intoxicada por el glifosato. No obstante y como
ya se señaló, ciertas malezas están volviéndose
tolerantes al agrotóxico, lo cual está obligando
a la utilización de peligrosos cócteles de biocidas
(2-4-D, Atrazina, Paraquat, Diquat, otros) 5
67 78 90 13.
Debido a que el inicio del invierno del 2003
se presentara cálido, los campos mostraron un
rebrote de soja que obstaculizaba la preparación
de la tierra para la siembra de trigo; esto instauró
en el medio productivo la frase “la soja es
una maleza”; en este sentido son consideradas
malezas, las plantas que crecen derivadas de la
caída de semillas durante la cosecha (“soja guacha”),
las cuales además ya son resistentes al
glifosato; por lo tanto, habría que combatirlas
con otros herbicidas, entre los cuales está incluido
el Paraquat o similares 110 50. Cabe destacar
que este último biocida integra la lista de la
denominada “docena sucia” y la mayoría de los
productos de la misma se encuentran prohibidos,
de acuerdo al Decreto Presidencial 2121/90
y la Resolución 10/91 de la Secretaría de
Agricultura, Ganadería y Pesca 11. El Paraquat
se conoce comercialmente como “Gramoxone”,
y puede producir efectos tóxicos muy graves
cuando toma contacto con la piel 50.
Un trabajo llevado a cabo por el INTA
informaba sobre la sospecha de la aparición de
tolerancia en ciertas malezas (Parietaria debilis,
Petunia axilaris, Verbena litorales,
Ipomoea sp., entre otras) a las dosis que se
recomienda usar el glifosato91.
Para Boy (2003) el Paraquat es el más preocupante
de los herbicidas y es un desecante que
actúa sobre las partes verdes de los vegetales,
produciendo colapso celular y desecación; asimismo
es el responsable de la mayor parte de los
envenenamientos ocurridos entre 1996 y 1998 en
Costa Rica. El Instituto Regional de Estudios de
Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional
del país, ha demostrado que a pesar de que se use
el equipo completo recomendado para su pulverización,
el Paraquat siempre alcanza a tener contacto
con el cuerpo, en particular cuando se transpira.
Boy citó a Gallo Mendoza, al señalar también
una publicación sobre agrotóxicos de la
FILAPS (Bs. As., Argentina) donde en el año
1995 se informó que dicho herbicida ya estaba
prohibido en Suecia desde el año1983 por su alta
toxicidad y efectos irreversibles sobre la salud
humana; en Finlandia desde 1986 por su alta
toxicidad y en Noruega fue retirado del mercado
en 1981; mientras que por el contrario en
Argentina se lo había importado en 1993, 1994 y
1995, en una cantidad de 554 mil, 872 mil y 665
mil litros respectivamente.
En Colombia, la Fuerza Aérea Norteamericana
fumiga con glifosato las tierras dedicadas al
cultivo de la coca, en su lucha contra la producción
de estupefacientes, pero además le adiciona
un surfactante (Cosmo Flux 411) que potencia
los efectos del agrotóxico 50. Sin embargo para
Backwell y Stefanoni (2003) los efectos a mediano
y largo plazo de la utilización del glifosato
como componente central del programa colombiano
de erradicación de la coca, a través de
fumigaciones aéreas y sobre la biodiversidad
local, no fueron aún determinados. Los autores
citan al especialista Dr. Jorge Kaczewer, quien en
un artículo titulado “Toxicología del glifosato:
riesgos para la salud humana”, señaló que estudios
toxicológicos recientes llevados adelante
por instituciones científicas independientes
habrían señalado que el producto fue equívocamente
calificado como “toxicológicamente
benigno”, tanto sanitaria como ambientalmente.
En referencia al desastre colombiano el trabajo
“La soja, la salud y la gente” del médico
pediatra Darío Gianfelici, señala que “Son
harto y tristemente conocidos allí los “locos
del glifosato”, que son niños que han sido
expuestos a grandes cantidades del tóxico, aún
desde el vientre materno, y que sufren severos
trastornos neurológicos que los transforman en
personas inútiles para la producción y en una
importante carga para el sistema de salud
local.”. De esta manera los herbicidas en base
al glifosato, como es el caso del Roundup,
podrían ser considerados como altamente tóxicos
para animales y seres humanos. Las fumigaciones
aéreas con herbicidas y plaguicidas
podrían provocar inclusive, la desaparición de
especies nativas 106.
Gianfelici advierte en su publicación sobre
los efectos en la salud humana del citado herbicida,
y menciona que produce una gran irritación
a nivel de las mucosas, especialmente conjuntiva
y bucal. Asimismo los signos de envenenamiento
incluyen “irritaciones dérmicas y oculares,
náuseas y mareos, edema pulmonar, descenso
de la presión sanguínea, reacciones alérgicas,
dolor abdominal, pérdida masiva de líquido
gastrointestinal, vómito, pérdida de conciencia,
destrucción de glóbulos rojos, electrocardiogramas
anormales y daño o falla renal”.
De la misma manera, la revista “The
Ecologist”, decana de la prensa ecologista
mundial, en su volumen 28, número 5, del año
1998, el cual sufrió una serie de problemas para
poder ser publicado y fue traducido al castellano
por una coalición de organizaciones sociales
(Alternativa Verde, Amigos de la Tierra,
Asociación Vida Sana, Ecologistas en Acción,
Entrepueblos, Greenpeace, Los verdes, Revista
World Watch, entre otros), alertó desde uno de
sus artículos, sobre la afirmación de que
Roundup no es peligroso para las personas, animales
domésticos y fauna en general y es
benigno para el medio ambiente. En este sentido
sostuvo que causa una variedad de proble-
26 27
mas serios para la salud, basado en la revisión
de artículos científicos realizada por el
National Coalition for Alternatives to Pesticids
(CNAP), donde se describieron los resultados
de ensayos orales y cutáneos realizados con
este herbicida. Los mismos ubicaron al glifosato
en la Categoría Tóxica III (cautela); además,
otras pruebas demostraron que puede causar
reacciones tóxicas en los mamíferos incluidas
las convulsiones y el paro respiratorio. El autor
del artículo advirtió también que los problemas
tóxicos derivados del Roundup no provendrían
de su componente activo (glifosato) sino de los
componentes inertes. Estudios posteriores a los
descriptos han comprobado también que los
productos que contienen glifosato causan daños
genéticos y afectan la reproducción de una
amplia variedad de organismos 78.
El Foro de la Tierra y la Alimentación dio
cuenta en su gacetilla del mes de marzo de
2004, de varios casos de contaminación vinculados
con los cultivos de soja y la aplicación de
su paquete tecnológico (glifosato, etc.) publicados
en varios medios de comunicación masivos
pero no registrados oficialmente. Se trató de los
casos acontecidos en el departamento de Pirané,
en Formosa; en el barrio Ituzaingó, próximo a
la ciudad de Córdoba y otras localidades vecinas;
en la localidad de San Ignacio de Misiones
y en Entre Ríos en el departamento Gualeguaychú.
En esta última provincia un estudio
realizado por médicos de la Universidad de La
Plata en la zona rural del departamento Paraná,
permitió conocer que había un aumento de la
mortalidad perinatal y una alta incidencia de
embarazos anembrionados en la zona, correlacionados
con el incremento de la superficie
sembrada de soja y por lo tanto de la utilización
de los agrotóxicos asociados.
Según la Organización Mundial de la Salud,
la toxicidad aguda del glifosato es baja, sin
embargo esta afirmación comienza a ser revisada
por los organismos de control. No habría
que perder de vista que la clasificación toxicológica
de estos productos no avanza sobre los
riesgos provenientes de la exposición prolongada
y la persistencia en el ambiente no sólo de
sustancias activas, sino también de los metabolitos
de su degradación. Por otra parte los herbicidas
de contacto y los sistémicos como es el
caso del glifosato, producen sobre los vegetales
un efecto de quemado semejante a un incendio,
lo cual de persistir en el tiempo y a partir de la
desaparición de ciertas especies, promovería
una transformación del ecosistema con el avance
de nuevas especies y comunidades vegetales90.
En este sentido cabe agregar que por sus
características, estos herbicidas son solamente
efectivos cuando son aplicados de forma directa
sobre la superficie vegetal 54.
Asimismo los estudios que están disponibles
en la actualidad sostienen que el glifosato
es levemente tóxico para las aves silvestres y
algunos anfibios pero los peces e invertebrados
son más sensibles al mismo y sus formulaciones.
De todas maneras se estarían revisando los
impactos sobre la vida silvestre en estudios de
toxicidad aguda y a largo plazo para determinar
los daños por acumulación, en tanto se lo utiliza
en forma sostenida 90.
En lo referido a la posible contaminación
del agua potable con el herbicida aludido, Boy
(2003) analizó un artículo titulado “El
Herbicida Round up de Monsanto contamina el
agua potable en Dinamarca”, publicado por el
diario POLITIKEN de Dinamarca, el 10 de
mayo de 2003, donde se mencionaba que el
herbicida más popular de ese país estaba contaminando
el agua subterránea. Aparentemente
se habría comprobado que el glifosato filtró a
través del terreno, contaminando el agua subterránea
en una proporción cinco veces mayor
que el nivel permitido para el agua potable.
Cuando los campos fueron rociados con el glifosato
se demostró que se lavaron hacia abajo
con el agua superficial, en una concentración
de 0.54 microgramos por litro. Esto sorprendió
a los técnicos, quienes habían sostenido previamente
que las bacterias en la tierra degradaban
el glifosato antes de que alcanzara el agua de
las napas. El Profesor Mogens Henze, autoridad
en el Instituto para el Ambiente y Recursos
de la Universidad Técnica de Dinamarca, sostuvo
en el artículo periodístico que como consecuencia
del nuevo conocimiento de estos trabajos,
en cinco a diez años sería necesario limpiar
el agua antes de que los daneses puedan
consumirla.
Existen varias formulaciones de herbicidas
a base de glifosato, pero todas contienen los
mismos ingredientes básicos, la isopropilamina,
la sal de glifosato sequisódico (de
Monsanto) y el trimesium (patentado por
Zeneca), un surfactante y agua. El surfactante
es una talovamina polietoxilada (CAS Nº
61791-26-2, abreviada POEA), la cual es una
mezcla de cadenas largas de alquilaminas
polietoxiladas sintetizadas a partir de ácidos
grasos animales. Este ingrediente que constituye
un 15% o menos de la formulación, es adicionado
para facilitar la penetración del glifosato
en las ceras cuticulares de las plantas blanco
54. Como pertenece a la familia de los compuestos
amino etilados, que son mucho más
tóxicos que el propio glifosato, se sospecha que
serían más peligrosos para la fauna silvestre
que el herbicida mismo. En los seres humanos
el POEA podría causar problemas respiratorios,
destrucción de glóbulos rojos, afecciones gastrointestinales,
dérmicas y úlceras oculares 90.
La presencia de acrilamida en los alimentos
cocidos y su relación causal con el glifosato, es
otro factor que empieza a preocupar, de acuerdo
al informe de Cummings del año 2002,
apuntado por Pengue (2003). La sustancia
mencionada es una potente toxina nerviosa que
inclusive puede afectar la salud reproductiva
masculina, causar malformaciones congénitas
en seres humanos y cáncer en animales.
Ibáñez, citado por Pengue (2002) reseñó
que el Roundup está ubicado en muchos países,
entre los primeros plaguicidas responsables por
los accidentes de envenenamiento en las personas,
donde se han registrado irritaciones cutáneas
y oculares, náuseas, mareos, síntomas respiratorios
y alérgicos luego de la exposición al
trabajo con el producto. El Dr. Jorge Kaczewer
mencionado por el mismo profesional, informó
que existen cuestionamientos sobre el potencial
carcinogénico derivado del uso del herbicida y
sus ingredientes. Pengue además señaló que el
Journal of American Cancer Society ha publicado
un trabajo de investigación de Hardell y
Eriksson del año 1999 donde se estableció la
relación entre glifosato y el Linfoma No
Hodgkin a partir del estudio llevado a cabo
entre 1987 y 1990 en Suecia 91.
El sábado 6 de marzo del 2004, Monsanto hizo
su “Insert” en un espacio de publicidad del diario
“La Nación” en 4 páginas, donde promocionó el
“Roundup Full II” el cual funcionaría en “condiciones
difíciles” como sequía, poca luminosidad,
rocío, riesgo de lavado por lluvias y aguas duras, y
en menor dosis por hectárea, sin hacer mención de
la formulación química del producto.
Cabe destacar que en nuestro país el principal
consumo de fitosanitarios está vinculado a
los herbicidas, que significan el 64% de los primeros,
y desde el primer millón de litros consumidos
en la década del noventa, se han alcanzado
en la actualidad los 150 millones 11 89 90
pero además es la soja la más importante causa
del incremento del uso de agroquímicos 91.
Entre 1990 y 1996 las ventas de herbicidas
aumentaron en un 317% 65. El cultivo de soja
demandó en 1997 el 46% del total de pesticidas,
seguida por el maíz con el 10,1 %, girasol
con el 9,9% y el algodón con el 6,9% y de los
herbicidas comercializados, el glifosato representó
casi el 40% 90 84. Si bien es cierto que
en ese año las ventas de fitosanitarios se redujeron
en un 16%, en volumen se vendieron 132
millones equivalente litro de agroquímicos, lo
cual significó una descarga mayor (del orden
del 7%) sobre el ambiente 85.
De acuerdo a Iolster y Krapovickas, citados
28 29
por Bertonatti y Corcuera (2001), la intensificación
de las actividades agrícolas ha devenido
en un aumento en el consumo de agrotóxicos,
lo cual ha provocado que en el término de siete
años se pasara de utilizar 40 millones de litros
en 1991 a casi 100 millones en 1997, esto es un
incremento del 157%. Con la siembra convencional
se estaba utilizando un litro de glifosato
por hectárea, mientras que la alternativa transgénica
requiere, según Iglesias (2004), hasta
2,5 litros. No debería perderse de vista que
actualmente hay un cambio en el patrón de uso
de herbicidas, donde se marcarían el aumento
en los volúmenes, las condiciones y forma de
aplicación90.
El único producto químico asociado a la
siembra directa, sobre el cual no hay alternativa
o discusión posibles para el productor, es el
glifosato. Por otra parte la supuesta utilización
menor del herbicida resultó ser una falacia; en
efecto, en el año 2001 la soja transgénica necesitó
9,1 millones de kilogramos más del agroquímico,
comparada con la soja convencional
27 6 90. En cuanto a las ventas de estos productos,
las mismas pasaron de 1,3 millones de
litros en 1991 a 59,2 millones en 1998 84.
Asimismo en el período 1997/1998 se utilizaron
28 millones de litros, mientras que en
1998/1999 se alcanzaban los 56 millones, los
cuales treparon a 100 millones en el año 2002.
Estudios realizados en Estados Unidos señalaron
que la soja con las mayúsculas rinde un 5 a
10% menos que las variedades no transgénicas
en suelos de similares características 60.
Benbrook, citado por Alvarez Febles (2001),
señaló que otros estudios realizados en el
mismo país habían documentado serias deficiencias
en las variedades RR frente a la soja
convencional, habida cuenta de los costos más
altos de las primeras, la necesidad de utilizar
más cantidad de agrotóxicos, menor rendimiento,
mayor contaminación y mayor proporción
de residuos en alimentos.
El informe Geo Argentina 200449
alerta sobre que “el monocultivo promueve un
incremento importante de malezas de ciclo
similar así como de aquellas que escapan al
control de los herbicidas más usados y la aparición
de nuevas especies que son plagas
potenciales.” Esto traería como resultado la
necesidad de la utilización de mayores dosis de
plaguicidas con lo cual hay más riesgo de contaminación
ambiental.
Otro problema que debiera preocupar es el
destino de los residuos que año a año genera la
producción agropecuaria argentina; en este sentido
y de acuerdo a lo publicado por Clarín
(24/06/04), existen casi 6000 toneladas anuales
sólo de envases vacíos de agroquímicos y productos
fitosanitarios, utilizados en los diferentes
cultivos. Si bien la Cámara de Sanidad
Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE) que
agrupa a las empresas más importantes del sector
ha lanzado un programa denominado
“Agrolimpio” según el cual se dispondría la
recolección y disposición final de dichos recipientes
para su posterior molienda y picado con
fines de reciclado, la pregunta invariable sería
que sucedió con las miles de toneladas de estos
envases que se generaron a lo largo de estos
años, qué seguridad se tiene que han sido realmente
descontaminados, quién puede garantizar
que no están descansando en el lecho de los
ríos, etc.
Finalmente el día 5 de febrero de 2006 el
diario La Nación publicaba un artículo acerca
de una fumigación realizada sobre 2000 hectáreas
aproximadamente de la localidad de La
Gallareta, localizadas en la zona de bosques
naturales de la cuña boscosa del norte santafesino.
Según el diario se habrían utilizado agroquímicos
tan potentes “que dejaron a vecinos
enfermos, mataron a miles de aves silvestres y
domésticas, hicieron desaparecer decenas de
apiarios y contaminaron las napas subterráneas
de las que se obtiene el agua de consumo en
la región”. El ingeniero Martín Simón, coordinador
de Fundapaz (Fundación para el
Desarrollo en Justicia y Paz) señaló para el diario
que “Es como que en las dos mil hectáreas
se produjo un gran incendio y no dejó nada.
Todos los árboles están secos y se perdió toda
la flora y la fauna”. Se trataría del mismo establecimiento
que había sido intimado por autoridades
provinciales de medio ambiente, a evitar
los desmontes.
Sin embargo la Secretaría de Medio
Ambiente y Desarrollo Sustentable de la
Provincia de Santa Fe, hizo circular un comunicado
con fecha 17/02/06 en el cual se aseguraba
que “En el lugar se constató que estaba
afectado el estrato arbóreo alto, y dentro de
éste solo las hojas de ejemplares de quebracho”
y se confirmaba que el químico usado fue
el glifosato. Asimismo señalaba que “La mencionada
fumigación fue realizada con el objeto
de producir una defoliación del monte y muerte
de malezas herbáceas para realizar a posteriori
una siembra aérea de semillas de forrajeras.”
El comunicado remata de la siguiente
manera: “La Secretaría de Medio Ambiente y
Desarrollo Sustentable tiene competencias
cuando, como consecuencia de una fumigación
se daña al medio ambiente: suelo, agua o aire,
o se afecta a especies de la flora o fauna silvestre.
Es una decisión política fuerte, para
garantizar la protección del bosque nativo,
seguir monitoreando el estado actual y evolución
futura del lote en cuestión y aplicar la
normativa correspondiente.”
La genética de las semillas: una riqueza
que fue...
Durante años la producción rural pudo
mantener un proceso ancestral de vinculación
del agricultor con su producción, una modesta
pero contundente riqueza, las simientes y su
genética. En tanto soberanos de las semillas,
los agricultores se aprovisionaban una parte de
su cosecha para cultivarla la temporada
siguiente, trabajada para que fuera mejor. Esto
ha cambiado para siempre porque la propiedad
ha pasado al semillero multinacional que descubrió
el gen resistente al glifosato, detenta la
patente de la información genética y no la comparte,
más bien la vende a quien pueda comprarla
año tras año, en un claro y patético sentido
de dependencia total y por tanto pérdida de
la soberanía 32 62 64 98 76 82.
El Presidente de la Federación Nacional de
Cooperativas Agropecuarias y Agroindustriales
de Nicaragua se refirió a los transgénicos como
un problema no sólo ecológico, económico y
social sino también político. La semilla, según él,
30 31
Utilización del glifosato en
Soja sembrada en la
banquina de la Autopista
Rosario-Casilda
(2005)
es la pieza clave de la autonomía, supervivencia
y soberanía alimentaria de la producción campesina
y de todo un país y su control facilitaría la
imposición de un sistema de producción y una
tecnología determinadas. Entonces controlar la
semilla es controlar los estómagos, los sistemas
de producción, la cultura productiva y el agricultor
como sujeto político 16. No sería extraño que
en poco tiempo más nos viéramos obligados a
pagar royalties a multinacionales con sede en
Europa, por cultivos originarios de América
como papa, porotos, zapallo, mandioca, etc.
Socios importantes del laboratorio resultaron
las trasnacionales de genética vegetal
Pionner, Syngenta, Nidera y AgrEvo quienes
monopolizaron la investigación y el desarrollo
biotecnológico y asignaron al productor el rol
de mero consumidor 62 88. Asimismo Monsanto
ha desarrollado la biotecnología necesaria para
esterilizar semillas con el fin de evitar su reutilización
en cosechas futuras, de manera tal que
los agricultores se vean obligados a depender y
consumir los recursos agrobiológicos comercializados
exclusivamente por las grandes compañias
agroquímicas 88 .
Para Lavilla (2000) en el año 2005 las quince
empresas líderes a nivel mundial en biotecnología,
tendrían calculado obtener ganancias
del orden de los 110.000 millones de dólares,
sin que esto suponga alguna clase de retorno en
beneficio del ambiente, y tal crecimiento está
asegurado por la decisión de la oficina de
patentes norteamericana (PTO, Patent and
Trade-off ), la cual decretó en 1987 que todos
los organismos vivientes multicelulares son
potencialmente patentables.
Finalmente entraron en escena los fungicidas
utilizables para el control de la roya asiática
en la campaña 2004/2005; al mismo tiempo
la Secretaría de Agricultura de la Nación creó
en el 2003 el Programa Nacional de la Roya,
donde participan tanto el INTAcomo el SENASA,
para tratar de detectar precozmente la aparición
de los focos 31.
Todavía no se ha medido el impacto de
tanta contaminación, pero el día que conozcamos
los daños ocasionados a nuestros suelos,
biodiversidad, atmósfera y aguas, se sabrá también
que será la sociedad en su conjunto, quien
deberá pagar esos costos.
La soja y la pérdida
de la diversidad productiva
En las últimas seis cosechas se ha podido
determinar que algunos cultivos tradicionales
han cedido terreno frente al avance de la soja 29
60 62 88 98 y los datos del censo 2002 reflejó cabalmente
el retroceso de los denominados cultivos
industriales como la yerba y caña de azúcar,
entre otros 29. Los productores de arroz acotaron
su superficie cultivada en un 44,5%, los de
maíz un 25,5%, los de girasol un 23,8% y los
de trigo un 14,5%. La producción algodonera a
la que se dedicó la quinta parte de las tierras
que se disponían a fines de la década del 90, se
retrajo en un 83% y ello supone importantes
pérdidas de capitales, como las desmontadoras
utilizadas en la cosecha de este cultivo. El algodón
era una fuente de trabajo para productores
pequeños de Chaco, Formosa, Santiago del
Estero, Salta, Corrientes y norte de Santa Fe y
las cosechas no sólo garantizaban el pan a
miles de trabajadores informales y sus familias,
sino también la socialización de las ganancias a
partir de la compra de insumos y alimentos en
la misma región 62 46. En el año 2001 la siembra
de algodón a nivel nacional, 217.330 has, fue
10 veces menor que la misma en el año 1996
donde llegada al millón de has, lo cual demostró
la situación ruinosa del sector que era vital
para la economía del Chaco y otras provincias
del nordeste 47 106.
Los Gallo Mendoza (2003) también observaron
el fenómeno del cambio en el programa
de producción y dan como ejemplo lo sucedido
en la provincia de Buenos Aires, donde las
superficies cultivadas de trigo candeal, alpiste,
avena, cebada forrajera, centeno, mijo y sorgo,
se mantuvieron más o menos estables o crecieron
en el quinquenio 85-89 (a excepción del
primer cereal que empezó a disminuir abruptamente
en el quinquenio 81-85), y desde entonces
empezaron a disminuir hasta casi desaparecer.
La cebada forrajera que se había mantenido
en 200.000 has/año hasta 1977, bajó a 2600
has como promedio anual del quinquenio 97-
01, mientras que el centeno abarcó como promedio
30.000 has en el quinquenio 97-01,
cuando había totalizado 670.000 has por año en
el período 69-73.
El Presidente de la Federación Agraria
Argentina, Eduardo Buzzi, acotó que producciones
importantes como la derivada de la miel,
la frutihorticultura o los cinturones verdes de
las ciudades estarían inermes frente al avance
de la soja 106.
La soja y el desplazamiento
de la ganadería, la lechería y otros
La oleaginosa fue implacable en su avance
fuera de todo control estatal y una vez más los
datos del último Censo Nacional Agropecuario
sirven para señalar la tendencia hacia una
reducción del stock ganadero bovino, ovino y
porcino a la vez que alertan sobre el desplazamiento
de la actividad ganadera hacia las zonas
marginales o hacia corrales de engorde (feed
lot) donde los animales son producidos con
balanceados y anabólicos 60 98 109. Entonces
sobreviene la escandalosa comparación, cuando
es ineludible hacer referencia a las 61,1 millones
de cabezas que existían en la Argentina
hacia el año 77 en contraposición con lo que se
registró hacia el 2002, una reducción del 23,1%,
o sea 47 millones de bovinos 26.
En realidad el número total de cabezas
viene manteniéndose entre 44 y 62 millones
desde la década del 60, con variaciones entre
1960 y 1977 donde aumentó de 43, 4 a 61,1
millones y en 1988 cuando cayó a 48,5 millones.
Según fuentes extraoficiales, citadas por
Aruguete (2006), la cifra final se habría incrementado
en los últimos años, lo cual contabilizaría
entre 54 y 57 millones de vacunos.
Asimismo el nivel productivo siguió la misma
variante, puesto que 30 años atrás se faenaban
2,9 millones de toneladas de res con hueso y en
el 2005 la producción de carne alcanzó las 3,1
millones de toneladas entre 200.000 productores
ganaderos, aproximadamente. Una vez más
la década del setenta nos apunta que la faena en
1978 alcanzó las 3,2 millones de toneladas para
una población que rondaba los 27 millones de
personas4.
Otro “efecto soja”, según Cicchirillo (2004)
fue el de arrinconar a la ganadería y así la ecuación
consumo interno-externo menos faena,
puso en evidencia que no sobra stock ganadero.
La tasa de extracción está estimada en 24-25%
con un peso de faena que fluctúa entre 350-360
kg en baja, de manera tal que se producen no
más de 2,5 millones de toneladas de carne
anuales. Si se tiene en cuenta que el consumo
de carne per cápita se mantiene en forma estable
en los 60 kg, se inferirá que el saldo exportable
se encuentra en tan sólo 300 a 350 toneladas.
Por esto y atendiendo a los datos, se puede
concluir que se están perdiendo por lo menos
130 kg por animal.
Tanto la ganadería de cría como la invernada
y la producción lechera fueron desplazadas
también por la soja, tal y como lo documentan
los datos de la Dirección de Ganadería, citados
por Krakowiak (2003), según los cuales los
establecimientos tamberos disminuyeron de
30.141 a 15.000. En el año 2003 y según
Bercovich (2003) se faenaron 200.000 vacas
lecheras, mientras los tamberos devenían en
productores de soja para exportar, negocio
mucho más rentable luego de la devaluación y
se empezaba a importar leche 109. En el año
1999 la producción lechera había caído en un
20% y se ordeñaron 10.300 millones de litros
de leche cruda, bastante más que los cercanos
8000 millones de litros del año 2002. El autor
explicó que el negocio de la soja avanzó sobre
32 33
los mejores campos, dado los planes de financiamiento
ofrecidos por las multinacionales
proveedoras de las semillas transgénicas, pero
luego de una o dos cosechas y convertidas
aquellas en socias de los productores, retornar a
la actividad anterior resultó improbable 9.
En la provincia de Córdoba la cantidad de
establecimientos lecheros saltó de 10.102 en
1988 a 7926 en 1993, es decir que la reducción
fue del 21,5%, lo que equivale a ver desaparecer
hasta 435 tambos por año. En Santa Fe
entre los años 1975 y 1992 los tambos pasaron
de 15.262 a 5664. Entre 1999 y 2000 el número
de tambos activos se contrajo en un 9% 109.
Por otro lado Teubal (2003) destaca un estudio
realizado en el sector cañero que demostró
una disminución en la cantidad de productores
azucareros en los ’90, y con respecto a Tucumán
entre los años 1988 y 1996, la cantidad se redujo
un 25%, es decir 2500 productores menos. En
lo referido a los productores del Alto Valle del
Río Negro, el censo agropecuario del año 88
registró la existencia de 8000 productores, que
fueron 6000 en 1993 de acuerdo a un estudio y
ya son apenas 3629 productores según un trabajo
del Consejo Federal de Inversiones.
Complementando ese desplazamiento
debe sumarse la mano de obra asalariada transitoria
y permanente que también sufrió la
situación señalada, así pues entre 1991 y 2001
la población rural dispersa disminuyó en
423.000 personas, el 61% de las cuales correspondió
a provincias de la región pampeana,
Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, mientras
que en Salta hubo 15.000 personas censadas
menos, respecto al año 88. En términos generales
las existencias pecuarias disminuyeron
en casi todas las provincias y fueron muy
pocos los casos donde se mantuvieron en los
niveles anteriores 44.
Giarraca y Teubal (2004) mostraron que los
datos del Censo Nacional Agropecuario del
2001 señalaban una caída en la Población
Económicamente Activa del sector agropecuario
comparado con 1991, de 1.364.870 se pasó
a 910.996 personas.
De las Carreras (2004) desde La Nación,
opinó que el cambio tecnológico ha resultado
más importante en materia de granos y su desarrollo
más veloz por la rotación anual; por otra
parte las grandes empresas nacionales e internacionales
de comercialización que operaron
como “verdaderas locomotoras de crecimiento”
en el campo agrícola, fueron inexistentes
para la ganadería. El proceso de expansión
empresarial de los productores de grano, es
difícil de organizar en las empresas ganaderas
por el cuidado y vigilancia diaria que requiere
el ganado, menor proteccionismo agrícola, particularmente
con la soja y sus productos industriales,
comparado con las carnes y la falta de
enfermedades descalificantes de los granos
como lo es la aftosa para la producción vacuna,
son otras ventajas que posicionaron mejor a la
actividad agrícola, desplazando las ganaderas.
Guillermo y Lucas Gallo Mendoza (2003)
intentaron explicar estos hechos basándose en
la concentración de la tierra y de la producción,
derivada del aumento de la superficie afectada
por el monocultivo, muy mecanizada y de alto
consumo de agroquímicos.
Krakowiak (2003) aportó un dato muy llamativo
cuando señaló que la incidencia de la
soja en la generación de empleo es muy escasa
y se refirió a la industria aceitera que por cada
millón de pesos de producción genera apenas
2,2 puestos de trabajo (30 puestos genera la
industria de la madera, 25 la del calzado y 18 el
sector textil).
La sojización argentina implantó un modelo
de agricultura sin agricultores 45 109 6pero
además devino un país aceitero y productor de
harinas, como el nuevo slogan sentencia
“Argentina aceitera”, habida cuenta de la
infraestructura instalada en la última década y
el espectacular aumento en el área sembrada de
las oleaginosas 84.
La soja y la disminución de las
explotaciones productivas
Según el Censo Nacional Agropecuario,
entre los años 1988 y 2002 las explotaciones
agropecuarias disminuyeron en 103.405 explotaciones,
o sea, un 24,5% 5 29 33 63 64 88 102 109 59 pero si
a estas cifras se le agregan las pérdidas ocurridas
entre los censos de 1969 hasta el 2002, el
total asciende a 263.573 establecimientos entre
los cuales se incluyen arrendatarios, propietarios,
aparceros y medieros 44. Aproximadamente
el 58%, alrededor de 60.000 productores de las
explotaciones desaparecidas entre el 1988 y el
2002 estaban localizadas en la región pampeana
ampliada (Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos,
La Pampa, San Luis y Santa Fe), mientras que
en Mendoza desaparecieron alrededor del 30%
de las explotaciones agropecuarias 44 88 84. El
Censo también demostró que existen 318.000
explotaciones agropecuarias ocupando 171
millones de has. Cabe destacar que a lo largo de
estos años quienes se perjudicaron fueron los
pequeños y medianos productores, los trabajadores
rurales, numerosas cooperativas, comercios
e industrias vinculados a este sector y
muchas economías regionales, se deterioraron
las condiciones laborales de la familia rural y
finalmente el nuevo modelo agroproductivo
determinó también el daño ambiental 109.
En el año 1998 la consultora Mora y
Araujo, Noguera y Asociados ya había revelado
que entre 1992 y 1997 la cantidad de explotaciones
de la Pampa Húmeda había caído de
170.00 a 117.000, o sea, un 32%, lo cual había
determinado un aumento del 46% en la superficie
media de las mismas. En el mismo sentido
opinó Balsa (2002), la mitad de las explotaciones
agropecuarias que existían hacia el año
1970, fueron desmanteladas.
La soja y la concentración de la tierra
La superficie promedio de los sistemas productivos
se elevó de 421 a 538 has, demostrando
que se trató de ampliar la escala para lograr la
reducción de los costos, aún a costa de los campesinos
con tenencia precaria de tierras como
sucedió en Formosa, Chaco o Santiago del
Estero 29 62 88 102 109. Esta concentración de la tierra
viene siendo sostenida, entre 1992 y 1999 había
pasado de 250 a 350 ha84. Según Díaz (2003)
las estimaciones privadas determinaron que hay
alrededor de 2000 firmas que tienen controladas
cerca de 20 millones de has, de las 25 millones
sembradas con cultivos anuales, o sea, el 80% de
la producción agrícola local. Los pequeños productores
que no pudieron adoptar el paquete tecnológico,
perdieron competitividad.
El Director de la División Agropecuaria de
la consultora Mora y Araujo, Noguera y
Asociados Diego White, sostuvo en el año
1998, citado por Funes (1998), que el sector
agropecuario había cambiado en el período 92-
97, mucho más que en cuarenta años. En ese
momento la producción de granos había alcanzado
los 45 millones de toneladas. White introdujo
entonces el concepto “contrarreforma
agraria” para explicar lo sucedido en el plano
socioeconómico y afirmó que fue a partir del
año 93 cuando se dio el gran cambio tecnológico
en la Argentina, momento en que se adoptó
la utilización de fertilizantes a gran escala y
ciertos agroquímicos. Hicieron también su aparición
los pool de siembra y los Fondos de
Inversión Agrícola. Estos últimos son grandes
explotaciones que no son propietarias de la tierra,
sino sociedades anónimas que buscan alta
rentabilidad en corto plazo 109.
Teubal (2003) advirtió que el fenómeno de
persistencia de la propiedad agraria grande en
estos años ha permitido distinguir a la
Argentina, ya que en comparación con Europa,
Estados Unidos, Australia, Canadá o el sur de
Brasil, las explotaciones agropecuarias locales
son en promedio, de tamaño superior. En la
Argentina se acentuó la presencia de los megaproductores
(Benetton, Soros, etc.) 109 .
34 35
La soja y la pérdida de nutrientes
Según el Instituto de Suelos del INTA
Castelar, en los últimos veinte años los niveles
de materia orgánica disminuyeron sostenidamente,
desde un 3,2% en promedio, vinculado
a la rotación agrícola-ganadera al 2,7% en los
suelos donde la agricultura es convencional y
continua. Estos últimos han sufrido además la
erosión hídrica y eólica y problemas asociados
como la degradación física de los suelos, como
compactación, sellamiento y encostramiento 69.
De acuerdo a estudios recientes los niveles
de reposición de nutrientes en trigo, maíz, soja y
girasol, llegaron al 25% para el nitrógeno y al
50% para fósforo. Por esto los bajos niveles de
reposición de nutrientes, las fertilizaciones no
balanceadas y la pérdida de materia orgánica,
generarían la insustentabilidad física, ecológica
y económica. Si bien en la Argentina se pueden
encontrar suelos considerados como muy fértiles,
con un perfil de 35 a 40 cm de horizonte
humífero, en ciertas regiones existe un horizonte
arcilloso por debajo de aquél que es responsable
del denominado “efecto maceta”. En la
actualidad se considera tolerable la pérdida de
hasta 5 toneladas de suelo por ha y por año; a
pesar de lo cual y en áreas onduladas de la
región pampeana, se vienen perdiendo entre 20
y 50 toneladas por ha. Los suelos considerados
erosionados severamente, esto es, con una pérdida
de 10 a 15 cm del horizonte A, producen 5000
kg menos de maíz, 1500 kilos menos de soja y
hasta 100 kg menos de trigo por ha 69. Según las
estimaciones del mismo organismo una superficie
equivalente a las provincias de Santa Fe,
Buenos Aires y Córdoba, esto es alrededor de 60
millones de has han sido erosionadas probablemente
porque el monocultivo, que no supone
una rotación, hace más vulnerable al agrosistema
y afecta la conservación del suelo 59.
El INTA ha estimado que en la campaña
2002/2003 se utilizaron entre un 25 y un 30%
más de fertilizantes en las principales zonas
agrícolas del país, sin embargo esto pareció ser
insuficiente habida cuenta de que de esta manera
sólo se estarían reponiendo el 25% de los
nutrientes extraídos27. Según una hipótesis
señalada por Hammerly (2003) si se continuara
perdiendo nitrógeno, fósforo y materia orgánica,
lo que devino luego de 15 años de agricultura
continua, probablemente disminuirán los
rendimientos en las cosechas, lo cual en 30
años más se traducirá en una imprescindible
fertilización masiva.
Por otra parte y según el Ing. Agr. Walter
Pengue, el citado monocultivo le roba al suelo
1000 millones de dólares en nutrientes tales
como sodio, fósforo, nitrógeno y potasio, entre
otros que no se recuperan racionalmente y el
proceso podría terminar en la salinización de
las tierras 89 86. Por las características descriptas,
este tipo de modelo agrícola que se está analizando
refiere a la “extracción minera” 87. De allí
la obligación de la fertilización, ya que los cultivos
de soja, trigo, maíz y girasol colaboran
con la exportación de 3.500.000 toneladas de
nutrientes, de los cuales la primera -soja- está
involucrada con casi la mitad de esta cifra.
Como las prácticas históricas de recuperación y
rotación de suelos, o la rotación de ganadería
por agricultura que eran habituales para nuestros
productores fueron desestimadas, sobreviene
la agricultura de reposición que queda
registrada en las estadísticas, de las cuales
surge que en los últimos diez años nuestro país
pasó de consumir 300.000 toneladas por año, es
decir unos 6 kilos por hectárea, a cerca de
2.000.000 de toneladas anuales de fertilizantes
para la campaña 2003/2004 92. Un sistema
mixto de agricultura y ganadería permitiría un
período de descanso que es importante para la
recuperación de los nutrientes del suelo, la
diversificación productiva y el menor consumo
de insumos, aún si se pensara en prácticas de
pastoreo racional con pasturas y pastizales
naturales 86 87.
La Fundación Producir Conservando (2004)
citando información de un grupo de empresas
fabricantes, importadoras y distribuidoras, ha
determinado que en el año 2003 se comercializaron
en el país 2104 miles de toneladas de fertilizantes.
Del total que se consumió, el 43% está
asociado a compuestos nitrogenados, de los cuales
el 72% correspondió a urea. Los fertilizantes
nitrogenados aumentaron su consumo en un 39%,
es decir, de las 761 miles de toneladas de 1999, se
pasó a 1068 miles de toneladas en el 2003. Si trasladamos
estas cifras a las has cultivadas, esto significó
al inicio de 1999, un promedio de 57 kg por
ha y 66 por ha en el 2003. Por otra parte los cereales
y oleaginosas consumieron el 74% del total,
y se distribuyeron de la siguiente manera: soja
240 miles de toneladas (10%), trigo 818 miles de
toneladas (35%), maíz 483 miles de toneladas
(21%), girasol 36 miles de toneladas (2%) y otros
130 miles de toneladas (6%).
El Ingeniero Emilio Satorre de Aacrea, en el
marco de la reunión “Mundo Soja 2003” realizada
en Buenos Aires, alertaba sobre las profundas
transformaciones estructurales sufridas en el
escenario agrícola argentino a lo largo de dos
décadas, las cuales desde el punto de vista ecológico
han hecho a los sistemas vulnerables ante
ciertas amenazas, tales como reducción de la
superficie praderizada en grandes aéreas de las
regiones más productivas, reducción de la productividad
de materia seca (carbono/ha/año) y
empobrecimiento de los suelos 70. Por otro lado
Iglesias (2004) indicó que la tierra tarda 12.000
años en crear una capa apta para las actividades
agrícolas y que el suelo es un recurso no renovable.
En este sentido la formación del suelo es un
proceso complejo donde son importantes el
clima, el material rocoso original, la topografía y
los organismos que lo utilizan como hábitat.
Esto es relevante si se comparte el concepto
según el cual desde el punto de vista ecológico,
el suelo es un subsistema de los ecosistemas
terrestres donde se dan la descomposición para
el reciclado de nutrientes, lo cual asegura otro
gran proceso vital que es el de la producción 100.
Finalmente un análisis prospectivo en el
marco de un proceso de extracción continua de
nutrientes, permitiría asegurar que en un período
de 20 años las deficiencias en nitrógeno y
fósforo limitarían los rendimientos entre un 60
y un 70% en los mejores suelos cultivados 84.
La década del 90 y las tierras hipotecadas
La mayoría de los productores adeudados,
contrajeron sus compromisos durante la década
del 90, desde ese momento los bancos no otorgaron
nuevos créditos al sector agropecuario e
indexaron las deudas volviendo prácticamente
imposible cancelarlas. Así del total de 30
millones de hectáreas en producción que había
en el 2003, 13 millones estaban hipotecadas y
según la Asociación de Deudores Argentinos,
habría alrededor de 56.000 deudores 15 25 28.
Según Díaz (2002) el Banco Nación contaba
con 14 millones de hectáreas hipotecas en al
año 2002, la mayoría de las cuales estaban
localizadas en las zonas más fértiles del país.
En este escenario si la entidad bancaria señalada
cediera la parte que le corresponde de sus
acciones, dichos campos podrían pasar a manos
extranjeras.
El avance de los maíces RR
Bajo el argumento de tratar de evitar el
monocultivo y la consecuente degradación de
los suelos, con el planteo del retorno a las rotaciones
referidas a la agricultura, se escondería
el fin último de la liberación de eventos transgénicos
vinculados a los maíces RG. Esto traería
aparejado el incremento en las ventas de
agrotóxicos como el glifosato y fortalecería el
mercado cautivo de las semillas híbridas del
maíz que los productores deben comprar todos
los años 88. En el mes de enero de 2004
Monsanto anunció que dejaría de producir
semillas de soja transgénica, dado que ya no
sería rentable, para concentrarse entonces en
maíces y sorgos de las mismas características32.
El Director de Marketing de la Empresa
Monsanto ha expresado en el marco de la
36 37
Expochacra 2004, que el maíz RR conocido
como NK 603 está avanzando hacia la autorización
tanto en Europa como en la Argentina, y
organismos como la Comisión Nacional
Asesora de Biotecnología Agropecuaria
(CANABIA) y el Servicio Nacional de Sanidad
y Calidad Agroalimentaria (SENASA) no se
opondrían a su lanzamiento. De esta manera y
según el empresario habría mayores rindes,
menores costos y una expansión de la superficie
sembrada en unas 300.000 has. El oeste bonaerense
sería la zona por donde penetrarían los
maíces transgénicos, donde el gramón complica
hasta el momento, la introducción del cereal 70.
Actualmente Estados Unidos está enviando
ayuda alimentaria a África donde están incluidos
maíces genéticamente modificados que los
consumidores europeos y asiáticos han rechazado,
a partir de reglas muy estrictas de importación
y etiquetado. Por lo tanto esta “ayuda”
sería el último mercado de exportación posible
sin regulación y abierto, para los agricultores
estadounidenses subsidiados y un “experimento
humano masivo” de muy bajo costo 77. En
este mismo sentido opinan Pinheiro y colaboradores,
citados por Picoli (2004), quienes señalan
que las poblaciones del tercer mundo (Asia,
África y América latina) son los últimos escalones
(“steps”) en los tests para la liberación de
agrotóxicos en los países desarrollados, sirviendo
de cobayos para los experimentos científicos,
el estudio de herbicidas, fungicidas,
insecticidas y todo tipo de productos tóxicos.
El fenómeno agrícola se vino acelerando al
amparo de buenos precios y de los intereses
comerciales, así el incremento constante de los
rendimientos ha permitido alcanzar más de 70
millones de toneladas de granos, sin que esto
ameritara el cuidado del suelo.
De acuerdo a lo expresado por el subsecretario
de Política Agropecuaria Claudio Sabsay, al
suplemento Cash de Página/12 del 21/03/04, el
rol que le cabe a la Secretaría es el de ir aprobando
eventos transgénicos en otros cultivos
más atrasados tecnológicamente. Además aseguró
que con la aprobación de los nuevos maíces
RR, se estaría frente a un cultivo de verano que
podría ser un buen negocio para los productores.
La soja y el hambre en la Argentina
Después de haber mantenido durante décadas
nuestra genealogía cerealera como productor
de alimentos de origen animal y vegetal de
alta calidad, lentamente vamos transformándonos
en “productores de forrajes” para alimentar
el ganado del primer mundo 109 6. De acuerdo a
los datos de la Secretaría de Agricultura, la
Facultad de Agronomía de la UBA, de las cámaras
sectoriales y de especialistas de las
Universidades nacionales, Roberto Navarro
(2002) realizó las estimaciones de la producción
de alimentos en la Argentina. Con las 99,16
toneladas de la producción alimentaria del país
(datos del 2002), de las cuales 25 toneladas
corresponden a la soja, podría alimentarse a 330
millones de hambrientos, lo que equivaldría a
multiplicar nuestra población casi por 10.
El Doctor en nutrición y docente de la UBA
Sergio Britos, citado por Navarro, afirmó que el
país produce el equivalente a 19 mil calorías diarias
por persona, pero solo consume en promedio
2300, por lo cual con las calorías restantes se
podría alimentar a casi 300 millones de personas
más. El profesional, según Backwell y Stefanoni
(2003), también advirtió que el reemplazo de la
leche natural de vaca por la mal denominada
“leche” de soja, provoca un déficit de calcio.
Por otro lado, la Argentina es el segundo
productor mundial de productos orgánicos, con
casi 3 millones de toneladas anuales que en su
gran mayoría son reservadas a la exportación
para Europa, y Estados Unidos, y que significaron
hasta el año 2003, 40 millones de dólares
por año. Se destinan 3 millones de hectáreas
para la producción de carnes, yerba, cereales,
frutas, hortalizas y especias 72.
Con todo, actualmente 21.600.000 argentinos
son pobres, de los cuales más de 10 millones
son indigentes, y de acuerdo a las cifras del
INDEC, solo en la capital federal en 1991 el
20% más rico de la población recibía 17,5
veces más, que el 20% más pobre; con la convertibilidad,
doce años más tarde, la relación se
elevó a 81,2 hasta el mes de octubre del 2002 y
bajó a 52,7 veces en mayo de 2003 24 81 109 112. Por
otra parte estas cifras se registran en un marco
muy particular, cuando apenas el 10% más rico,
esto es, alrededor de 5 millones de argentinos,
concentra el 51,7% del ingreso nacional y el
porcentaje restante se socializa entre 31 millones
de ciudadanos/as 24. Si las cifras señaladas
no bastaran para describir un panorama tan
desalentador, bastaría agregar entonces que si
leer este documento llevara una hora, habría
100 personas más, por debajo de la línea de
pobreza. Cerca de 450.000 personas murieron
de hambre en la Argentina entre1990 y 2003,
en lo que Lapolla (2004) denominó “un verdadero
genocidio económico” 68. Paradojalmente
mientras batimos nuestros propios records de
exportación de granos, más hambre existe en la
población y se consolida un modelo agroalimentario
que ha colaborado en agravar la inseguridad
alimentaria 6 14 24 98 109.
La pobreza cercaba, en el año 2002 a
7.430.000 chicos, mientras que otros 2.900.000
niños vivían y probablemente continúen
haciéndolo, por debajo de la línea de pobreza.
La dramática relación sentencia: 3 de cada 4
niños son pobres. La mayoría de estos números
están concentrados en los principales conglomerados
urbanos de la Argentina y las regiones
del interior que más pobreza registran son
Formosa, Concordia y las provincias del norte.
Se podría inferir entonces que de los 10 millones
de chicos menores de 14 años que viven en
este país, 2.920.000 son indigentes79. El 80%
de los ingresos de los que casi son indigentes se
utilizan para la compra de alimentos81.
Asimismo un estudio realizado por el
Ministerio de Salud en 1999, citado por
Navarro (2003), reveló que el 12 % de los
menores de 6 años que se atendió en hospitales
públicos padecía problemas psicomotrices por
subnutrición, el 2% sufría de desnutrición
aguda y pesaba menos de lo indicado para su
talla y edad y el 40% era anémico.
La tierra argentina principal sustento económico
del país todo, aprovisiona aproximadamente
70 millones de toneladas de granos, 9000
millones de litros de leche (25millones de litros
diarios), 1 millón de toneladas de miel, 2,45
millones de toneladas de frutas, 11,20 millones
de toneladas de verduras y hortalizas, 2,3 millones
de toneladas de carne, 32.000 toneladas de
lana, 177.000 toneladas de algodón y 201.000
toneladas de porotos, entre otros productos y se
han exportado en el 2003, 48.000 toneladas de
alimentos orgánicos. En resumen, el país produce
aproximadamente unos 3500 Kg de alimentos
por habitante y por año 37 72 69 81 109 112 68.
Con el propósito de paliar el hambre argentino,
el uno por mil de la soja cosechada en la
campaña 2002/2003 fue generosamente destinada
por un grupo de productores a escala
(AAPRESID), a ser alimento solidario para
comedores escolares de las áreas marginales,
hospitales y geriátricos y tal vez remedio para
calmar conciencias favorecidas económicamente
por el precio record, olvidándose que la soja
no era parte de nuestra cultura alimentaria y
obviando las advertencias oficiales 5 6 24 60 98 99. Sin
embargo no es por mera necedad que los pobres
insisten en morirse de hambre con tanto grano
listo para convertirse en milanesas, mayonesa,
albóndigas, galletitas, golosinas, jugos y hasta
“leche”, gracias a la inestimable ayuda de capacitadores
culinarios, encargados de difundir sus
valores nutritivos 6 24. Tampoco es por ignorancia
que en los países de origen, la soja se consume
en un 95% fermentada por largos períodos,
algunas veces en el año y transformada en
subproductos, como condimento o complemento
de otros alimentos. Estos procesos de fermentación
la hacen más digerible 99.
En las palabras del Ing. Agr. Walter Pengue,
38 39
si en la Argentina se distribuyese adecuadamente
los alimentos que actualmente existen, no
habría hambre ni desnutrición en el pueblo,
puesto que el problema no está relacionado con
la oferta sino con la crisis de la demanda, el país
alimenta a los ciudadanos que tienen dinero para
adquirir los alimentos y los que carecen de los
recursos económicos para tal fin, no son considerados
clientes, por lo tanto se los desconoce
como sujetos 24 45 64 88 109 89. En este mismo sentido
opina el Premio Nobel de Economía 1998,
Amartya Sen, citado por De Gorban (2003),
quien asegura que el hambre no está asociado a
la disponibilidad de alimentos de una región,
sino a su precio relativo, al poder adquisitivo de
las personas y a las condiciones ocupacionales
de las mismas. La inseguridad alimentaria y la
pobreza ocasionan la falta de acceso a la comida,
origen de las hambrunas actuales 77.
En otras palabras, la razón principal para
tan patética paradoja podría encontrarse en el
proceso que comenzó a fuerza de terror y muerte
en 1976 de la mano de la dictadura más
genocida y cruel de que se tenga memoria y se
profundizó con la “inestimable” colaboración
de los gobiernos democráticos elegidos por el
voto popular, especialmente en la década del
gobierno de Menem donde se agudizó la
inequidad en la distribución de los ingresos y la
desigualdad creció un 70% 81.
El modelo rural impuesto en los ’90 tras el
paradigma de la productividad, de manos de la
biotecnología es el principal responsable de una
agricultura sin agricultores. Tal modelo pudo
desarrollarse con productores que compraron el
paquete tecnológico, cumpliéndose así la ecuación
del gobierno menemista, la que incluía un
territorio vacío ocupado por empresas agroexportadoras
y grandes cinturones de miseria
urbana, soportados con asistencialismo 98.
Aún cuando se sostenga desde los sectores
interesados en el monocultivo, que faltan evidencias
científicas al respecto, algunos médicos
argentinos han advertido ciertas cuestiones inherentes
a la soja forrajera y modificada genéticamente,
en el “Foro para un Plan Nacional de
Alimentación y Nutrición”, llevado a cabo en
Buenos Aires en el mes de julio del 2002, organizado
por el Consejo Nacional de Coordinación de
Políticas Sociales y auspiciado por UNICEF. Entre
otros, si bien son indiscutibles el nivel proteico y
valor energéticos en tanto rica en hidratos de carbono,
sus fitoestrógenos, las isoflavonas (genisteína
y diadzeína), tienen efectos estrógenicos
que pueden ser perjudiciales para la salud de los
infantes y el desarrollo de su sexualidad 6 50 99. El
Dr. Jorge Kaczewer, citado por Sabini Fernández
(2003) resumió los rasgos de la soja transgénica
sosteniendo que las cualidades positivas de la
soja disminuyen en la variedad transgénica,
mientras que los defectos propios de la misma, se
incrementan en la genéticamente modificada.
Se estima que alimentarse con soja, equivaldría
a consumir dos pastillas contraceptivas por
día con lo cual se podría provocar telarca precoz,
adelanto en el inicio de la menarca en las
niñas, ginecomastia o desarrollo de las mamas y
rasgos feminoides en varones, problemas de
tipo inmunológico, patologías en el timo y problemas
en la capacidad reproductiva 60 79.
En este mismo sentido Gianfelici destaca:
“También el poroto de soja es rico en estrógenos
vegetales: genisteína y diadzeína (isoflavonas),
estas sustancias están presentes en cantidad tal
que algunas industrias farmacéuticas “naturistas”
las usan en el tratamiento de los síntomas
de la menopausia. El ingreso de estas hormonas
vegetales en el organismo infantil, en un momento
que algunos científicos han descrito como
“tormenta hormonal”, en el que se define la personalidad
del niño según su sexo, puede provocar
severas alteraciones de feminización en
varones y pubertad precoz en niñas con alto
riesgo de cáncer sobre los órganos hormonodependientes
como tiroides, útero, ovarios, mamas
por el bombardeo hormonal.” El citado autor se
referencia también en el Dr. Jorge Kaczewer,
quien ha elaborado el cuadro de pagina siguiente
40 41
Componentes Tóxicos de la Soja
SUSTANCIA TOXICIDAD/ FUNCION MECANISMO SINTOMAS
ÁCIDO FÍTICO
INHIBIDORES
DE LA TRIPSINA
HEMAGLUTININA
(LECTINA)
ESTAQUIOSA, RAFINOSA
ISOFLAVONAS
(GENISTEINA,
DAIDZEINA)
MANGANESO
ALUMINIO
NITROSAMINAS, NITRITOS Y
LISINOALANINA.
Antinutriente.
Antinutriente, depresor del crecimiento.
Depresor del crecimiento, coagulante.
Hidratos de carbono.
Toxicidad sobre tiroides.
Efectos cancerígenos
La planta de soja lo absorbe del suelo
y lo concentra
metal tóxico para el sistema nervioso y
los riñones.
Efecto cancerígeno
Bloquea la absorción digestiva de
minerales (Ca, Fe, Mg, Zn).
Bloquean la acción de la tripsina y
otras enzimas necesarias para la
digestión proteica.
Aglutina los glóbulos rojos reduciendo
su absorción de oxígeno.
Difícil degradación en el intestino
humano
Inhibidoras de la peroxidasa tiroidea
(POT), enzima que interviene en la producción
de T3 y T4.
Cáncer de pecho
En infantes, su exceso no puede metabolizarse
y es almacenado en órganos.
Un 8% es almacenado en el cerebro
Altas concentraciones en derivados por
procesado con sustancias ácidas en
tanques de aluminio.
Se forman durante procesamiento a
temperatura y presión altas
Los correspondientes a deficiencias
de minerales.
Trastornos gástricos, reducción
de digestión proteica, deficiencia
en absorción de aminoácidos.
Alergeno
Meteorismo, trastornos intestinales.
Hipotiroidismo.
Tiroiditis autoinmune.
Cáncer tiroideo.
Riesgo de desarrollar trastornos
cerebrales y conductuales
que no se tornan evidentes
hasta la adolescencia
efecto tóxico renal en infantes,
factor causal del mal de
Alzheimer en adultos.
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Lejos de poder ser considerada como leche
vegetal o cosa por el estilo, es imposible que
pueda suplantar los efectos de la verdadera, ya
que adolece de una carencia clave, la del hierro,
precisamente la deficiencia propia de la anemia
y en este sentido el 50% de los niños de entre 8
meses y 3 años, padecen este problema. Asimismo
no contiene otros minerales como el calcio,
ni aminoácidos y se desaconseja el uso en niños
menores de 5 años y especialmente en menores
de 2 años 24 109. La leche de vaca contiene entre
110 y 140 mg de calcio por cada 100 ml, mientras
que el jugo de soja proporciona entre 2 y 13
mg 45 en cultivos o alimentos 6 109. Por si esto no
fuera suficiente cabría agregar que en tanto rica
en fitatos, interfiere no sólo en la absorción de
importantes minerales como calcio, hierro, y
zinc, sino también con la vitamina B12. En otras
palabras, afecta el metabolismo del calcio y la
vitamina D, por lo cual podría producir raquitismo
en personas jóvenes y osteoporosis en adultos.
Por todo lo expuesto está considerada la
“comida para pobres” 6 24 60 99109.
Por su parte el médico pediatra Gianfelici
en su trabajo “La soja, la salud y la gente”
advierte que “a los efectos de ser usada como
alimento, la soja orgánica o la soja transgénica
es igual de inconveniente. Solo la transgénica
agrega los peligros de la manipulación
genética que, si bien hasta el momento no se
han probado como peligrosos, es cuestión de
tiempo (y recursos) demostrar esos riesgos.” y
agrega “Si consideramos que en los barrios
periféricos de la ciudad de Paraná, más del
cincuenta por ciento de los “gurises” padecen
anemia por déficit de hierro y a ello agregamos
un alimento que inhibe la absorción de este elemento
es fácil suponer cuáles serán las consecuencias.
Mucho peor cuando sabemos que la
anemia ferropénica durante los dos primeros
años de vida provoca alteraciones irreversibles
en el desarrollo intelectual del niño.”
Asimismo y a partir de la práctica generalizada
de las fumigaciones aéreas sobre los campos,
los animales, las casas y la propia gente, se
vienen detectando los efectos adversos de este
tipo de procedimientos en las poblaciones cercanas
a las explotaciones agrícolas, donde habría
síntomas tales como irritación cutánea y ocular y
un preocupante aumento en la incidencia de
ciertos tipos de cáncer. Tal es la conclusión de
estudios realizados por la Universidad de
Formosa en comunidades de agricultores donde
aparentemente se han registrado efectos desastrosos
sobre las producciones animal y vegetal 60.
Cabe destacar que la soja genéticamente
modificada que se consume en Argentina contiene
cantidades nada despreciables de residuos
tóxicos que los controles estatales parecen no
tener en cuenta. Hasta la aparición de la soja
RR, estaba permitido un máximo de 0,1 ppm de
residuos de glifosato en cultivos o alimentos;
este límite se incrementó en 200 veces a partir
de mediados de los noventa, pasando a 20 ppm.
Por otra parte se ha señalado que la misma
situación ocurriría en los alimentos elaborados
a base de soja, en los cuales los residuos aludidos
también estarían presentes. Hasta el
momento los análisis pertinentes nunca fueron
realizados en la Argentina, quizás por la complejidad
de los mismos y sus altos costos6.
La soja y la pérdida
de la soberanía alimentaria
Durante el siglo XX y junto a otros países,
(Australia, Canadá y Estados Unidos) la
Argentina era exportador importante al mundo
de carnes y cereales, pero esas exportaciones
donde también estaban incluidos el maíz, el
trigo, el girasol, etc., eran asimismo alimentos
básicos de consumo popular masivo en el orden
interno. Provenían fundamentalmente de la
región pampeana y de otras regiones procedían
el azúcar, frutales, yerba mate, o cultivos industriales
que estaban más orientados al consumo
del país. Es decir que casi la totalidad de los alimentos
que consumía el pueblo se obtenía en el
propio territorio (salvo café, bananas, palmitos,
etc.) y a través de los pequeños y medianos productores.
En la década del 70 fueron introducidas
nuevas variedades de cereales y oleaginosas
en la pampa húmeda y cultivos de segunda,
combinados con el trigo 51 109.
Con la consolidación del modelo sojero se
generaría un quiebre en las actividades tradicionales,
lo cual pondría en riesgo la sustentabilidad
social de las áreas productivas 32 106 y
derrumbaría lo que se entiende por seguridad
alimentaria, pero no en términos de la capacidad
que posee un país de proveer a su población
alimentos de buena calidad, sino en la
posibilidad de que vastos sectores sociales
accedan a tener salarios dignos que permitan la
adquisición de los alimentos 109. Los desmontes
que aniquilaron los modos tradicionales de
cultivo en aras de la transgenización agraria y
que nos convirtiera en productores de forraje,
casi nos ha hecho abandonar la genealogía
cerealera como productores de alimentos 43.
Los datos del “boom sojero”
En 1939 la Junta Nacional de Granos de la
provincia de Misiones, recolectó las primeras
bolsas de soja que provenían de los productores
quienes para comprar sus alimentos en los
almacenes de ramos generales, las habían
entregado como forma de pago. En 1965 se
decidió determinar un precio mínimo y fue en
1970 a instancias de la Bolsa de Cereales de
Buenos Aires, cuando se empezó a difundir el
cultivo de la soja como grano en el marco de la
“II Reunión Técnica Nacional de la Soja”.
Hacia los años 70/71 se comenzó a incrementar
la producción sojera en el país, la cual pasó de
27.000 a 59.000 toneladas. En el 71/72 el área
de siembra aumentó en un 112% y desde las
37.000 has se alcanzaron las 79.000 has. El
incremento para la campaña 73/74 fue espectacular
y estuvo en el orden del 244%, es decir,
se llegó a casi 170.000 has con una producción
de 272.000 toneladas. Cabe destacar que en
esos años, la provincia de Santa Fe era la primera
productora de la leguminosa 113.
El sistema productivo que generó el
“boom” de la sojización se construyó a partir
de grandes empresas trasnacionales y las tecnologías
controladas por las mismas, la industria
semillera y de agrotóxicos, el capital financiero
concentrado (pools de siembra), la gran industria
alimentaria y los supermercados a gran
escala 106. De acuerdo a lo expresado por Walter
Pengue, citado por Joensen y Wan Ho (2004),
la historia del éxito de la soja debe atribuirse
principalmente al marketing de las compañias
de semilleros y no a las razones científicas o la
experiencia agrícola.
En el último cuarto de siglo la soja y su producción
pasaron de ser unas 38.000 has en 1970
a 13 millones en el año 2004. Casi el 100% de
la soja sembrada es transgénica, y RR, mientras
otro millón de hectáreas están cubiertas por
maíz y algodón de las mismas características.
En este sentido la Argentina se convirtió en el
segundo país del mundo productor de soja
modificada genéticamente 60. En la campaña
92/93 se produjeron 11.045.400 toneladas, ya
con la soja RR fueron 12.133.000 las toneladas
producidas en la campaña 94/95 20. En las últimas
seis campañas, y hasta el año 2003 la producción
sojera en millones de toneladas subió
de 11,6 a 35,0 abarcando casi el 50% de la
superficie sembrada del país. A comienzos de la
década del ’90 la soja ocupaba casi 5 millones
de has y en los años 2001/2001 ya casi alcanzaba
las 11, 6 millones de has 6. Sin duda el
paquete tecnológico soja transgénica y siembra
directa facilitó la expansión a regiones ocupadas
con cultivos tradicionales o no aptas hasta
ese momento para uso agrícola 63.
La producción de soja aparece a lo largo y a
lo ancho del país, donde Santa Fe, Córdoba y
Buenos Aires fueron las primeras provincias en
introducir el cultivo, pero zonas como Bandera
en Santiago del Estero con una superficie de
200.000 has, se posicionó en orden nacional
ubicando a la provincia en el cuarto lugar de
42 43
trabajo a numerosa mano de obra y productores
del sector, a raíz de la reestructuración en la
industria alimentaria y a nivel de la distribución
posterior, contribuyendo así al aumento de la
desocupación en el ámbito nacional. Las grandes
empresas multinacionales que operan en la
distribución final y en el procesamiento industrial
de alimentos fueron también responsables
del alza de precios en el sector. Entonces, la
desocupación combinada con precios más altos
de los alimentos incidirían en el acceso a la alimentación
de vastos sectores de la población.
Todo esto formaría parte de la crisis del planteo
agroalimentario o agroindustrial en el marco
del proceso de globalización del modelo neoliberal,
impulsado y dominado por las grandes
empresas transnacionales y la tecnología controlada
por estas.
En contraposición hay quienes tienen
mucho para opinar a favor de la sojización,
como el grupo de Los Grobo Agropecuaria, una
empresa familiar que maneja hasta el momento,
unas 80 mil hectáreas de cultivos y aparentemente
facturan 100 millones de dólares anuales
5. Uno de sus dueños Gustavo Grobocopatel,
más conocido como el “Rey de la soja”, sostuvo
que la soja será rentable por veinte años más
y restó importancia a los riesgos del monocultivo.
Para el empresario, el campo emplea
actualmente más gente que hace diez años, las
retenciones a las exportaciones son un impuesto
obsoleto y “antievolución” y se considera un
“sin tierra” ya que el 80% de lo que siembra no
corresponde a sus propiedades. Asimismo consideró
que la “causa del campo” debería ser una
causa nacional. Giarraca y Teubal (2004) contraponen
números respecto a la ocupación de
mano de obra que la soja supuestamente promovería
según Grobocopatel; de la comparación
de los datos de los censos nacionales del
año 1991 con los del año 2001, la caída en la
población económicamente activa del sector
agropecuario pasó de 1.364.870 a 910.996 personas,
lo cual ha demostrado una verdadera
expulsión de trabajadores desde el sector rural.
Asimismo el Subsecretario de Política
Agropecuaria Claudio Sabsay, había señalado
para Página/12, una estadística según la cual se
demostró que por cada 500 has que se incorporan
a la superficie sembrada de soja, se suma
sólo un empleado.
Según Horacio Feinstein (2004) de la
Asociación Argentino-Uruguaya de Economía
Ecológica, la sojización es un fenómeno que
deviene de la extraordinaria relación beneficiocosto
de su producción. Sin embargo destacó
que el avance se produjo a costa de un impacto
ambiental fuerte que está asociado también a
un impacto socio-ocupacional y cultural, generador
de despoblación en áreas muy vastas,
siendo en definitiva destructora del patrimonio
natural y cultural. En este contexto las necesidades
del mercado internacional parecerían ser
más urgentes que las de la población.
El Subsecretario de Política Agropecuaria
Claudio Sabsay, citado por Delatorre (2004),
consideró legítima la preocupación sobre el
riesgo de “sojización que correría el campo
argentino”, no obstante creyó necesario también
invertir los términos y plantear los beneficios
del proceso, como los ingresos al país devengados
de las retenciones sobre el cultivo. Frente al
avance del área destinada a la soja sobre los cultivos
regionales tradicionales, aseguró que es
difícil “pelearle a la rentabilidad.” De hecho la
producción sojera está asegurando a la economía
argentina un ingreso cercano a los 9000
millones de dólares por exportaciones y para el
Gobierno por retenciones, alrededor de 2000
millones de la moneda estadounidense 2.
El Director de la Carrera de especialización
“Educación Ambiental y Desarrollo Sustentable”
de la Universidad Nacional del Comahue,
Carlos Galano (2003) ha considerado que el desborde
del Río Salado, acontecido en la ciudad
de Santa Fe en el año 2003, es un fenómeno
antrópico y social y no natural. El drama de
Santa Fe y de toda la Pampa Húmeda sería además
la crisis del modelo de explotación de los
recursos naturales. En toda la América del Sur
se estarían transgrediendo los límites biofísicos
y culturales al modificar de forma irreparable,
el modelo de cultivo. El proceso de transgenización
significaría deforestación, aniquilamiento
de la biodiversidad natural y cultural en
aras de un latifundio genético, mientras se
viene produciendo un fenomenal proceso de
desterritorialización, todo lo cual estaría creando
una nueva categoría de ciudadanos, los
“refugiados ambientales”.
Si las causas que apuntó Galano fueran ciertas,
se podría explicar por qué las inundaciones
de Santa Fe afectaron a una de las regiones agrícolas
más relevantes de la Argentina, destinada
a la producción de carne, leche, cereales, oleaginosas,
frutas y verduras, donde se afectaron
3,5 millones de cabezas de ganado de un total
de 5,9 millones. En las zonas inundadas las pasturas
se perdieron en el 100% de los casos, con
los consecuentes resultados de salinización de
los suelos que cuesta muchos años revertir y 1
millón de has de soja bajo las aguas 30.
Para Lapolla (2004) fueron los efectos de la
siembra directa sobre la capacidad de absorción
del agua por el suelo, los responsables de las
inundaciones de Santa Fe con su secuela de
muertes, donde a la escorrentía exponencial
que permitieron los campos no roturados de la
soja RR, se sumó el efecto del desmonte para
reemplazo por cultivos en las mismas condiciones,
que tuvieron lugar en el norte santafesino
y cordobés y en amplias extensiones de
Santiago del Estero.
Por otro lado y según un informe oficial de
la Unidad de Cambio Climático de la Secretaria
de Ambiente y Desarrollo Sustentable, la
Argentina se ha vuelto más húmeda, en promedio
llueve un 20% más que hace 40 años; asimismo
son más frecuentes las tormentas intensas,
son lluvias de unos 100 milímetros que
caen en uno o dos días. Además de los 6.000
millones de toneladas anuales de dióxido de
carbono que se producen, el país es responsable
del 0,6% de las emisiones. Asimismo tanto
Cuyo como el Comahue son más secos y los
ríos de esa región tienen menor caudal, a partir
del retroceso de los glaciares y el adelgazamiento
de la capa de nieves eternas. Esto
supondría una ventaja para el avance de la frontera
agrícola, pero la misma lo hace a expensas
del desmonte de varias regiones 17.
La agricultura intensiva difundida en el
marco de la globalización, fue presentada como
única alternativa productiva, no sólo en el área
pampeana sino también en los sectores extrapampeanos
(Mesopotamia, Chaco, etc.) y en
consecuencia desaparecieron paisajes y se perdió
la diversidad productiva. Este proceso dio
como resultado una “agriculturización” acelerada
que para el caso del monocultivo sojero se
dio en llamar “sojización” y eliminó el planteo
mixto de la región pampeana. En las últimas
décadas el país viene desarrollando un proceso
de reprimarización y desindustrialización, lo
que ha marcado retrocesos en los indicadores
de bienestar económico y social, constituyéndose
en una parte del engranaje de interés sólo
para las economías desarrolladas y algunos sectores
específicos de la Argentina. Esto ha encauzado
el país en el camino del “Subdesarrollo
sustentable” 88.
En otras palabras Giarraca y Teubal (2004)
plantearon que es necesario debatir acerca de
cuál sería la tecnología más apropiada no sólo
para nuestro país sino también para las distintas
regiones, inclusive la relación que debería tener
la producción alimentaria y la población. Estos
autores agregaron que la transgenia aplicada al
sector agrario, como así también la provisión
de semillas por parte de las empresas transnacionales
genera una gran dependencia tecnológica
y suponer que la adopción es inevitable,
sería desconocer los nuevos pensamientos del
siglo XXI emergentes de sociedades con vocación
democrática.
La incorporación irrestricta y acrítica de
46 47
nuevas tecnologías no pueden producir por sí
solas los cambios que la sociedad en su conjunto
está demandando, puesto que tanto tecnología
como ciencia no son neutras, ocultan en sí
mismas intereses sectoriales. Por tanto son las
relaciones humanas, socioculturales, económicas
y políticas las responsables de producir los
avances hacia nuevas tecnologías y su valor
para la generación de bienes en el marco de un
bienestar colectivo 10.
Por otra parte y en cuanto al confinamiento
ganadero (feed lot), el uso de tecnologías de alto
insumo industrial podría alcanzar un balance
energético negativo de hasta 30:1; es decir, se
consumirían 30 calorías de energía no renovable
para producir una caloría en el producto 95.
Ruiz Marrero (2002) advirtió sobre la posibilidad
de caer en la trampa de cuantificar los
peligros de la biotecnología o cualquier tecnología
nueva, en aras de una supuesta objetividad
científica, puesto que cada grupo social es
el que define los riesgos de acuerdo a su visión
de mundo. En su artículo “Los riesgos tecnológicos
y la “objetividad” de la ciencia” consideró
importantes los conceptos de Vandana Shiva,
quien sostiene que cuando hay una transformación
tecnológica muy rápida, es falso que la
gente deba ajustarse al cambio; por el contrario,
es el cambio tecnológico el que se debería
ajustarse a los valores sociales de igualdad,
sustentabilidad y participación. Por otra parte
el autor consideró que en general, los miembros
de las comunidades científicas tienden a
mirar las nuevas tecnologías desde lo técnico,
evitando considerar los aspectos éticos, sociales
y políticos o pasándolos a un segundo
plano. Esto hace que sean menos críticos que el
público en general o bien que consideren que
éste es demasiado incompetente para entender
asuntos de corte científico.
Finalmente, Miguel Altieri, entrevistado
por Banga (2003), abordó las consecuencias
que podrían acarrear los cultivos genéticamente
modificados: “Los cultivos transgénicos,
que alcanzan hoy en el mundo más de 58 millones
de hectáreas, condenan a los agricultores
al monocultivo, a la homogeneidad genética y,
por lo tanto, a la vulnerabilidad ecológica de
sus sistemas. Además estos cultivos producen
impactos ambientales de consecuencias graves,
tales como la contaminación genética de
variedades locales, la creación de supermalezas
al traspasarse el gen resistente al glifosato
a malezas emparentadas al cultivo. Otro problema
común es la aparición de plagas de lepidópteros
resistentes al Bt; como así también los
impactos sobre biota del suelo y eliminación de
insectos benéficos. Poco se sabe sobre estos
impactos pues no hay casi investigación sobre
el tema. Primero porque no se financia, y
segundo porque los pocos que hacen investigación
sobre el tema son sometidos a una verdadera
persecución académica por una gran
masa de científicos financiados por las multinacionales.”
Gorgem, citado por Picoli (2004) sostiene
que la transgenia en la agricultura, profundiza
el modelo de concentración de la renta, concentra
el control tecnológico y el poder, maximiza
el uso de la química al mismo tiempo que
lo hace con los riesgos del medio ambiente y la
salud tanto de agricultores como de consumidores.
Según el autor, el modelo capitalista
impuesto al mundo moderno que está fundado
en el lucro y en la producción de mercaderías,
ha sido el responsable de la mayoría de los problemas
socio-ambientales.
Política de apertura hacia capitales
transnacionales
De acuerdo con Alvarez Febles (2001) el
proceso de apertura comercial e integración de
la economía mundial que se ha dado en los últimos
años en el contexto de la globalización, no
tiene antecedentes, pero se ha producido en
base a la consolidación y expansión de un
puñado de empresas transnacionales que tienen
actualmente más capacidad económica que los
propios países. A partir de la competencia entre
las mismas, desde 1999 hubo 109 fusiones y
adquisiciones internacionales, lo cual ha significado
el movimiento de 800.000 millones de
dólares. En la lógica que las sostiene, el estado
no cumple el rol que le correspondería ya que
los ciudadanos pasan a ser consumidores trasnacionales
y sujetos de los organismos multinacionales.
En general podría sostenerse que la
Argentina tiene una tradición histórica hacia la
apertura a capitales multinacionales. En este
sentido un ejemplo a citar es el caso de la
Empresa del tanino Forestal Land, Timber and
Trailways CO. Ltd., más conocida como “La
Forestal”, cuya entrada al país data de comienzos
de siglo y que terminó con el agotamiento
de 75.000 km2 de los quebrachales del este de
la región Gran Chaco 81.
Ya en la década del ’70, específicamente
durante la última dictadura militar, se consolidó
dicha apertura, especialmente vinculada a
los intereses norteamericanos. Esto se puso en
evidencia a partir del 24 de marzo de 1976, día
en el cual se recibió el telegrama de número
071677 firmado por el secretario del
Departamento de Estado de Estados Unidos,
Henry Kissinger, donde sostenía que “los problemas
ligados a las inversiones serán minimizados
debido a la favorable actitud de la Junta
con el capital extranjero” y agregaba “no pueden
aplicarse sin un considerable sacrificio
por parte de la clase trabajadora…”. Los
documentos de la Embajada estadounidense
dados a conocer a fines de la década del noventa
daban cuenta del interés de ese país de que la
Argentina aceptara el papel de “productor de
alimentos” hacia países industrializados, incorporara
tecnologías, impulsara políticas de apertura
y se endeudara103. Casi treinta años después,
el modelo planificado para la Argentina
no sólo se desarrolló sino que se consolidó en
el marco de la democracia.
A partir de los años sesenta se empezó con
la transformación de la manera de hacer agricultura
en la América del Sur y con la denominada
“revolución verde” se abrió paso una
estrategia que favorecía una gama pequeña de
cultivos y dentro de estos, ciertas variedades,
concebidas como un paquete tecnológico altamente
dependiente de semillas especializadas,
determinados herbicidas y abonos sintéticos,
maquinarias, tierras de alto valor y riego. De
esta manera en los años ‘80 se fue tendiendo a
la agroindustrialización del campo sudamericano
y en los ’90 se giró hacia la exportación y el
desmantelamiento de las estructuras agrarias
nacionales. Actualmente un número cada vez
más reducido de empresas multinacionales se
ha alzado con el control de los aspectos de la
comercialización de los alimentos, la producción
de plaguicidas, la medicina farmacéutica y
veterinaria, la investigación, la extensión agrícola
y el mejoramiento vegetal. Son 10 las
empresas que hoy controlan cerca del 50% de
las ventas mundiales de productos farmacéuticos
y 10 son las empresas veterinarias que
regulan el 61% de ese mercado 3. Sin embargo
para Kuyek (2001) habría que referirse a 5
empresas mayores, las cuales en 1999 contabilizaron
ingresos por encima de los 23000 millones
de dólares y que son Syngenta, Aventis,
Monsanto, BASF y DuPont.
En el primer semestre del año 2003, cuando
las exportaciones en nuestro país habían crecido
a partir de la expansión de productos primarios,
combustibles y pocas manufacturas,
Krakowiak (2003) señalaba que la “salida
exportadora” profundizaba la reprimarización
de la economía, lo cual beneficiaba a unos
pocos sectores fuertemente concentrados y bajo
el dominio casi exclusivo del capital extranjero.
Los beneficios se distribuyeron entre los
grandes tenedores de las tierras, un puñado de
comercializadoras, el complejo aceitero y la
multinacional Monsanto.
Por otro lado Hourest y Lozano (2002) fueron
más precisos cuando señalaron que el sec-
48 49
través del manejo de los insumos y la venta del
producto final, en una verdadera integración
vertical. Como consecuencia de esto el productor
pierde autonomía en la toma de decisiones
quedando dependiente de las grandes empresas
multinacionales semilleras, que además proveen
los paquetes tecnológicos y los insumos que
lo acompañan.
Es interesante analizar lo planteado por
Kuyek (2001) quien sostuvo que las empresas
multinacionales de la industria plaguicida tienen
nuevos competidores como Cargill, Phillip
Morris y Nestlé con ventas por encima de los
50.000 millones de dólares, lo cual las convierte
casi en monopólicas dentro de sus sectores y
están ya en condiciones de fijar precios y dictar
los términos y condiciones para sembrar los
cultivos. Según el autor citado, las 3 cerealeras
más importantes: Kellog’s, Quaker y General
Mills, resultaron 500 veces más rentables que
los agricultores canadienses.
51
tor exportador argentino representa no más del
10% del PBI y el 70% de las exportaciones se
concentran en sólo 80 empresas, las cuales
basan sus ganancias en la venta de recursos
naturales, por lo tanto con bajo valor agregado.
Es decir, con necesidad de adquirir una cantidad
importante de insumos importados pero
con poco potencial para generar empleos, lo
cual reduciría la capacidad de derrame de estas
ventajas sobre el grueso de la sociedad.
Las exportaciones aumentaron durante el
2003 un 16% en dólares, comparado con los
primeros seis meses del año anterior, pero solo
4 de los 25 rubros principales concentraron el
88% de tal incremento y se trató de semillas,
frutos oleaginosos, grasas, aceites, residuos y
desperdicios de la industria alimentaria y combustibles
y el 57% del aumento se debió a las
semillas oleaginosas y los aceites. Esto
demuestra que el auge exportador se basa en
productos de escaso o nulo valor agregado, lo
cual confirma el concepto de primarización de
la economía 63. El total de las ventas del complejo
sojero fue de 18,5 millones de toneladas
de harinas, 4,2 de aceites y 8,8 millones de granos;
esto representó el ingreso de 7200 millones
de dólares de alrededor de cien países entre
los que se destacó la Unión Europea, India,
China y lo países del sudeste asiático y significó
el 24% de las exportaciones totales (11% de
harinas, 6,8% de aceites y 6,2% de porotos) 34.
Asimismo el 3% de las compañias multinacionales
dominaron el 80% de las ventas al
exterior, entre las cuales pueden contarse a las
cerealeras Cargill, Aceitera general Deheza,
Louis Dreyfus, Bunge y Nidera y las petroleras
Repsol, Petrobras y Pan American Energy63.
En el marco de un escenario agrícola seriamente
hipotecado con productores endeudados
y fuertes limitaciones al financiamiento, el
ingreso de nuevos actores que preponderaran la
racionalidad financiera por sobre la productiva,
podría provocar un nuevo proceso de concentración
de la propiedad de la tierra, con abandono
de las zonas rurales y el consecuente
aumento de la marginación en las ciudades 25
35. De hecho no debe desconocerse que un
nuevo actor social en los sistemas agropecuarios
viene consolidándose sin prisa pero sin
pausa; se trata de las “sociedades anónimas”
que vinieron a complejizar la relación que
había entre las personas físicas y la tenencia de
las tierras. Valga como ejemplo de sociedad,
Cresud que posee aproximadamente medio
millón de hectáreas localizadas en el norte y
centro del país, o la sociedad anónima de los
Grobocopatel que manejan cerca de 100.000
hectáreas. Esto no sólo debe leerse en términos
de concentración territorial sino también como
una profesionalización de la gestión que implica
una más rápida incorporación de los paquetes
tecnológicos y más rápida respuesta a las
demandas de aumento de la escala de producción
35 .
Susana Diaz (2004) se ha referido a estas
sociedades como los “nuevos conquistadores”
que adquieren tierras en diferentes regiones de
la frontera agrícola y las reconvierten a la producción;
no obstante, atrás de un negocio aparentemente
apenas inmobiliario, está la inclusión
de la biotecnología, siembra directa, riego
en zonas áridas, etc., que van haciendo avanzar
la frontera agropecuaria, la cual desplaza entre
otras, a la ganadería extensiva y además pretende
ocupar las tierras con pasturas y obligar a
las vacas a engordar en corrales.
Según Teubal (2003) la política de privatizaciones,
desregulación y apertura exterior casi
irrestricta con el objetivo de lograr integrar la
economía mundial, influyeron sobre las tendencias,
la variabilidad de la actividad agropecuaria,
precios de la producción y sus insumos,
acceso al crédito, rentabilidades y las condiciones
de vida de los grupos ligados al sector agropecuario.
Al mismo tiempo los procesos de
concentración y centralización de capital intervinieron
significativamente sobre las decisiones
de la agroindustria propiamente dicha, a
50
La producción de tipo agroecológica, es la
interrelación permanente entre vegetales y animales
que integran un mismo nicho y se benefician
mutuamente a través de su acción simbiótica
y en relación a la biología del suelo. La
naturaleza virgen no tiene sistemas exclusivos,
siempre existe una convivencia armónica y
potenciadora. La diversidad se reproduce y se
necesita a sí misma. Una ganadería deficiente o
contradictoria con este concepto es aquella que
se hace sobre la base de cultivos puros y excluyentes
los que a su vez generan grandes problemas
ecológicos. Se debería incrementar este
tipo de producción para tratar de alcanzar mercados
internacionales con manifiesto valor
agregado. En el mundo se gastan aproximadamente
20.000 millones de dólares anuales en
este tipo de alimentos y se prevé para el año
2006 un crecimiento que triplicaría la cifra
actual. El crecimiento de la demanda de estos
productos “verdes” marca una tendencia selectiva
sólidamente fundamentada. Por otra parte
este tipo de producción de alimentos sanos, no
sólo está creciendo en la demanda internacional
sino también en el mercado local y al mismo
tiempo abre nuevas alternativas para los pequeños
y medianos productores agropecuarios,
recuperando y revalorizando a este sector pro-
52 53
CONCLUSIONES Y PROPUESTAS
DE LOS AUTORES
“Pobres los ángeles urgentes
que nunca llegan a salvarnos.
¿Será que son incompetentes
o que no hay forma de ayudarnos?”
Silvio Rodríguez
“La Argentina debe aprender de su fracaso neoliberal y entender que tiene la posibilidad histórica
de cambiar de rumbo en su agricultura. Es importante que el nuevo gobierno abra una discusión
pública sobre la visión que el país tiene sobre su agricultura. ¿Quieren seguir con una agricultura
industrializada, controlada por multinacionales? ¿Quieren seguir con una agricultura que
se basa en monocultivos, transgénicos y herbicidas? ¿Quieren seguir con una agricultura que es
dependiente y orientada a la agroexportación? ¿O el pueblo quiere una agricultura más familiar,
biodiversa, que produce para los mercados locales alimentos sanos y baratos? ¿No sería mejor
una agricultura de pequeña y mediana escala, soberanamente independiente de multinacionales y
de insumos químicos/transgénicos caros y ambientalmente peligrosos? La eliminación de los transgénicos
le asegurará mercados especiales en Europa y evitará el colapso ambiental que se asociará
a esta agricultura homogenizante y a gran escala. Pengue, por ejemplo, reporta que los suelos
bajo soya RR han sido totalmente vaciados de nutrientes pues la rotación trigo-soya RR es muy
extractora de nutrientes. Esto ha producido una deuda ecológica inmensa que las generaciones
futuras deberán pagar. Yo creo que Argentina puede liderar un movimiento clave en América
Latina si se concretan algunos cambios fundamentales. Primero, se tienen que crear políticas
correctas que apoyen una educación agroecológica en las universidades y una investigación
agroecológica en el INTA. Segundo, hay que crear alianzas entre pequeños y medianos agricultores
con el gobierno y las organizaciones no-gubernamentales (ONGs). Finalmente, se tienen que
crear mercados solidarios-institucionales locales.”
Profesor Miguel Altieri, Universidad de California, Berkeley (26/06/03)
consumir alimentos sanos, nutritivos y culturalmente
apropiados, y a la capacidad para mantenerse
a sí mismos, abriendo las perspectivas de
la solidaridad alimentaria internacional. El
derecho a la solidaridad es también un derecho
humano y una obligación social” (Soberanía
Alimentaria. Por el derecho del pueblo argentino.
Consulta Preparatoria. CEPA. Buenos Aires,
Mayo 31, 2002)
La política científica en el sector agropecuario
(Universidad, INTA) debería reorientarse
buscando dar coherencia entre eficiencia
económica productiva y eficacia social para no
dejar únicamente en las pequeñas manos privadas,
la ciencia y la tecnología de todo un país,
las cuales no reconocen las teleconexiones
medioambientales ni las respetan, como tampoco
lo hacen con las identidades regionales.
La liberación de eventos transgénicos debería
surgir de las decisiones de políticas regulatorias
y estratégicas, ya que no son solamente
hechos científicos que requieran decisiones
meramente técnicas. Por el contrario están más
vinculados a consideraciones socio-económicas
y cada vez más desvinculados de los problemas
sociales que aparentemente pretenderían
resolver. Por esto se debería democratizar
este tipo de discusiones para poder criticar
libremente a la biotecnología, y a la manipulación
genética. A pesar del avance de la cultura
transgénica en la Argentina, el único sustento
legal que hasta el momento ostenta, es un
decreto de la Secretaría de Agricultura de la
Nación, por lo tanto los representantes del pueblo
en el Congreso que no han tomado posición
todavía, deberían discutir estas cuestiones con
toda la seriedad que se merecen y en el marco
de la defensa de los intereses nacionales.
El ordenamiento territorial, sinónimo de
planificación democrática y contrario al planteo
neoliberal, es indiscutiblemente necesario
para evitar los grandes males vividos y por
vivir en nuestro país tal como lo visualizamos
los que hemos redactado este trabajo. Ordenar
los recursos de que dispone la sociedad para su
subsistencia y desarrollo con sentido nacional y
compromiso humanitario, es una necesidad
moral y obligación ética para todos aquellos
que transitan la universidad, definida como el
lugar de pensamiento y elaboración del futuro
social. Proyectar un porvenir justo, sustentable,
en armonía con la naturaleza, recuperando el
deterioro profundo del medio ambiente del que
damos cuenta, implica explorar, estudiar y evaluar
las propuestas de la agricultura orgánica,
entendiendo a la agricultura como cultivo del
suelo, independientemente que sea a través de
plantas o animales, pero con la premisa básica
de enriquecer la fertilidad del mismo sin alterar
su equilibrio biológico. Recuperar la teoría del
humus, concepto fijado por Sir Albert Howard
y que encierra la universalidad de la vida que
sustenta al planeta, podría ser un parámetro que
finalmente abra el sendero del retorno al equilibrio.
La ganadería es tan necesaria a la agricultura
como las plantas a los animales, incluyéndonos
a nosotros mismos.
En el concepto del Ing. Agr. Jorge Samuel
Molina el hombre ha dado muestras de ser
capaz de potenciar las leyes naturales, ayudando
a la Naturaleza a través de la domesticación
de los microorganismos y multiplicando miles
de veces el tiempo que necesita la misma para
la producción de suelo fértil. Si se perdiera el
respeto por estos principios, terminaríamos por
considerar al suelo como algo inerte que sólo
producirá de acuerdo a lo que le incorporemos;
si ese día llegara, nos convertiríamos en esclavos
de quienes dispongan de los insumos
imprescindibles para tal fin. El genoma debería
ser entendido como un bien social y como tal
preservado de los intereses comerciales, por el
bien del pueblo argentino y el de sus generaciones
futuras.
Casilda, mayo de 2006.
55
ductivo en empleos más calificados, asentamientos
rurales nuevos y más arraigados para
revertir el éxodo rural, mejoramiento en el
manejo de los recursos, menor degradación
ambiental y replanteos en el gasto energético.
Una propuesta de producción intensiva a través
de tecnologías de procesos, conllevaría mejoras
de la renta nacional y su distribución y a la
racionalización de los recursos naturales por
medio de un manejo sustentable, con lo cual
romperíamos con la dependencia en el consumo
de paquetes tecnológicos y el pago de
patentes y royalties.
Hacemos nuestro lo expresado por el Ing.
Agr. Luis Pinheiro Machado (2000) quien sostuvo
que la humanidad atraviesa una grave crisis
alimentaria en lo que hace a la disponibilidad
y calidad de los alimentos. Apenas un siglo
atrás se cultivaban unas 3000 especies vegetales
para el consumo de la especie humana; mientras
que en la actualidad no más de 12 especies responden
por el 90% de los alimentos de origen
vegetal y de éstos sólo 4 significan el 80% de
ese total, arroz, maíz, soja y trigo. Sumado al
manejo de estos monocultivos, están las variedades
transgénicas, lo que agrava el compromiso
de la biodiversidad genética.
Por tanto para el descanso y recuperación
natural de los nutrientes, de la estructura de los
suelos pampeanos y del ciclo del agua, serían
una herramienta válida los sistemas mixtos de
agricultura y ganadería, que contemplaran rotaciones
de cultivos agrícolas diversificados, pasturas
polifíticas permanentes y cortinas forestales
de acuerdo a un plan regional.
A través de un documento elaborado en el
año 1983, el Círculo de Médicos Veterinarios
de Firmat, como parte afectada por la desastrosa
política económica aplicada en esos años,
estableció que los poderes públicos en todos los
niveles (nacional, provincial y municipal)
deberían orientar efectivamente la actividad
ganadera, sin permitir que quienes dominen el
mercado de los alimentos (interna y externamente)
frenen el desarrollo de la actividad
sometiéndola a los dictados de intereses supranacionales
los cuales ubican a la Argentina en
el lugar de país de reserva. Sin permitirnos protagonizar
un proceso productivo de alimentos a
nivel mundial, se nos condena al subdesarrollo
económico. Ya desde entonces se venía advirtiendo
que la siembra directa de cereales en la
búsqueda de beneficios inmediatos para el productor,
el uso destructivo de un bien nacional
como el suelo y la contaminación química a
partir del uso indiscriminado y sin control de
los plaguicidas, no habían hecho más que destruir
el medio ambiente, colocando en serio
peligro de desertización, zonas feraces de nuestro
país. Reclamaban también una política de
conservación de suelos a largo plazo, en función
de los intereses nacionales.
Veinte años después, en el Congreso de
AAPRESID realizado en la Bolsa de Comercio
de la ciudad de Rosario, su presidente Víctor
Trucco cuestionaba a los que “quieren crear un
problema donde no lo hay, cuando hablan de
los peligros de la sojificación”, porque brindan
una “imagen distorsionada” frente al resto de la
sociedad. “El productor crea valor a través de la
agricultura y si el agricultor desplazó al ganadero
es porque la tecnología no es gentil ni pide
permiso, quizás sea hora de que las vacas se alimenten
con soja o grano forrajero.” Las consecuencias
tampoco son gentiles ni piden permiso,
y sino que den testimonio de esto los inundados
de Santa Fe, Melincué, Venado Tuerto,
San Gregorio, etc., etc., etc.
Deberíamos recuperar para la Argentina la
Soberanía Alimentaria, entendiéndose que la
misma “es un derecho de la Nación a definir su
propia política agraria, de empleo, pesquera,
alimentaria y de tierras de manera tal que sea
ecológica, social, económica y culturalmente
apropiada para sí y sus condiciones únicas.
Esto incluye el verdadero derecho a la alimentación
y a las formas de producirlo, lo que significa
que todos los pueblos tienen el derecho a
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